Educación, cultura y conflicto social
Encontramos en la propuesta de democracia cultural un
poderoso revulsivo. Según Ander-Egg, se ha pasado de defender
el objetivo de la democratización cultural al de la democracia
cultural: si la primera se centraba en "proporcionar conocimientos
culturales, en hacer participar de los beneficios de la élite
cultural, la segunda consiste en asegurar a cada uno (individuos,
grupos o pueblos) los instrumentos para que con libertad, responsabilidad
y autonomía puedan desarrollar su vida cultural" (Ander-Egg,
en Flecha, 1990, p. 76).
Pero la cultura es un espacio de conflicto.
Con su concepto de `hegemonía´ Gramsci resaltó la necesidad
de atender a la cultura como campo de lucha social, en tanto
en cuanto el dominio no se ejerce sólo por la fuerza, sino también
por el consentimiento, a menudo disfrazado de sentido común:
pensamiento hegemónico como aquello que parece natural, sobre
lo que ni siquiera se cae en la cuenta de que es una construcción
histórica y, por tanto, cambiable. En este espacio
de contradicción y transformación social se dan diferentes formas
de producción creadora, estructuradas dentro de las relaciones
de clase, género, etnia, edad, etc. Como dicen Henry Giroux y
Peter McLaren:
"En primer lugar, el concepto
de cultura ha estado conectado íntimamente con la cuestión de
cómo las relaciones sociales son estructuradas dentro
de las formaciones de clase, género y edad que producen formas
de opresión y dependencia. En segundo lugar, la
cultura ha sido analizada dentro de la perspectiva radical,
no simplemente como una forma de vida, sino como una forma
de producción a través de la cual diferentes grupos,
sea desde sus relaciones sociales dominantes o subordinadas,
definen y realizan sus aspiraciones a través de relaciones asimétricas
de poder. En tercer lugar, la cultura ha sido vista como un
campo de lucha en el cual la producción,
legitimación y circulación de formas particulares de conocimiento
y experiencia son áreas centrales de conflicto."
(Giroux y McLaren,
1998, pp. 119-120)
Aún así, tendríamos que resolver los problemas que existen al
articular las propuestas sociales críticas con las culturas populares
(no se trata de dos cosas diferentes y enfrentadas de por sí,
pero pueden existir dificultades de entendimiento), con la cultura de masas, con la
cultura escolar (no neutral)... y todo ello en el marco de la
cultura dominante y de la desigualdad social. Además, los retos
de la interculturalidad se han presentado ya en nuestras sociedades,
aún cuando con la segregación, la exclusión o el asimilacionismo
(cuando no el rechazo) pretendan ignorarse. Un apretada síntesis
de algunas de estas cuestiones las encontramos en una publicación
de Entrepueblos; al comentarse las dificultades que se
presentan en la escuela para una diversidad cultural en plano
de igualdad, se afirma:
"a) «La diferencia en los
códigos de comunicación» que señala C. Camilleri entre el medio
de procedencia del alumnado, y la institución escolar; en efecto,
lo que antes hemos llamado «cultura de clase media» se refleja
entre otros aspectos, en el vocabulario empleado en el aula,
en la dicotomía entre autonomía personal y control, en la preminencia
del saber teórico sobre el práctico, en el diferir el sentido
del trabajo escolar en función de unas expectativas, etc...
b) En segundo lugar tendremos que tener en cuenta las dificultades
de asunción y comprensión de la propia cultura o elementos culturales
diferenciales y el posible conflicto con la cultura académica;
esto provoca diversas reacciones en el alumnado, que se hacen
mas complejas entre los que proceden de otra etnia o zona geográfica."
(VV.AA., 1995a, p. 29)
En todo caso, en nuestra propuesta han de entrar en juego las
acciones y contextos creados por los movimientos sociales críticos,
como cuestionadores del pensamiento hegemónico al denunciar lo
injusto, como impulsores de nuevas realidades y, en definitiva,
como constructores culturales alternativos, sin los cuales la
cultura crítica escolar difícilmente puede llegar a ser cultura,
educación y acción transformadora.