Estrategias de los movimientos sociales
para el cambio de la visión dominante
Los movimientos sociales críticos crean conciencia
alternativa a la visión dominante, criticando el actual modelo
sociopolítico. Otras organizaciones (entre las que cabría incluir
muchas de las conocidas como `ONGs´) no cuestionan realmente el
modelo actual ni luchan por su superación: algunas podrían ser
presentadas como agregados que permiten la salvaguarda de la buena
conciencia sin cuestionar, e incluso fomentando, el propio sistema
de explotación global; recordemos que Médicos sin fronteras
denunció ella misma el poder ser utilizada como `servicio post-venta´
de los fabricantes de armas, o pensemos en el ejemplo de la excusa
humanitaria por parte de los mismos que provocan la necesidad
de ayuda, por ejemplo con sus intervenciones bélicas.
¿Cuáles deberían ser las principales estrategias
y prioridades de los colectivos sociales si quieren cambiar la
visión dominante del mundo y la propia realidad social?.
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Es necesario no sólo cuestionar lo existente, sino también las
formas habituales de verlo y abordarlo: por ejemplo, cuando
se ve una situación de pobreza, no basta con decir que no
debería darse (aunque esto sea el primer paso), sino plantearse
por qué es posible, qué es lo que oculta el mecanismo que
lo produce, quién se beneficia, qué sucedió antes, en qué
contexto se da... A partir de ahí, la respuesta no podrá ser
sólo `enviar algo de ayuda´: a veces habrá que hacerlo, pero
con criterios coherentes y sostenidos, más allá del descargo
moral... Y, sobre todo, habrá que cambiar las condiciones
que crean, acentúan o facilitan el problema.
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Los colectivos sociales deben ayudar a construir (ya lo hacen)
un imaginario social alternativo, en dos sentidos:
a.
haciendo ver que `lo que
hay´ no es `lo único que puede ser´, haciendo propuestas,
mostrando cómo se ha configurado la realidad actual, mostrando
otras realidades... o, dicho de otra manera, que `otro mundo
es posible´
b.
mostrando, mediante la
acción, las posibilidades de influir en la realidad, construyendo
así una imagen de la acción social inexistente desde el
pensamiento dominante (o reducido a su mínima expresión
como votante en las elecciones)
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De lo anterior se deduce que no se puede separar la acción y
la ideología, tanto para superar el activismo como el idealismo
o la inacción. Es necesario retomar el componente político
(en el sentido profundo de la palabra) de la acción educativo-cultural
(la dirigida a toda la población, no sólo la escolar) y al
contrario. Recordar, como señalaba Freire que lo educativo
y lo cultural es político, y que lo auténticamente político
también es cultural-educativo.
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Hemos de ligar lo personal y lo colectivo, con la idea aportada
por el feminismo de que `lo personal es político´. Como dice
Rizzardini, frente al encajonamiento en los `microcosmos
personales´ que produce el capitalismo, “está la necesidad
de ir a refundar una elaboración, al menos alusiva, de una
dimensión colectiva; producir identidad colectiva, producir
`comunicación´, significa producir las condiciones de la resistencia,
de la crítica radical e inmanente a la destrucción de los
lazos sociales impuesta por el capitalismo” (Rizzardini, 2002,
p. 336).
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Y habrá que abordar una cuestión difícil, pero de gran relevancia:
cómo realizar acciones concretas que produzcan algunos resultados
tangibles a la vez que se cambia la estructura profunda; no
podemos aplazar la solidaridad concreta, no podemos esperar
a un tiempo lejano para superar problemas hirientes (la pobreza,
por ejemplo), pero tampoco debemos realizar acciones que supongan
ocultar o reforzar a medio y largo plazo las estructuras de
dominio, explotación y desigualdad, y por tanto, contribuyan
a que la generalidad del problema se esconda tras alguna intervención
cosmético-mediática.
> En torno a los movimientos sociales:
análisis y discusiones [Texto
largo, fundamentación]
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