El conocimiento social transformador: una propuesta de síntesis
1. Asunciones previas 1
2. Objetivo del conocimiento
4
3. Carácter del conocimiento social transformador 5
4. Sobre el método 8
1. Los
seres humanos en sociedad son sujetos actuantes. No se disuelve
en la autonomía de los sujetos la realidad de las estructuras
sociales, pues éstas son el marco en el que se desenvuelven las
personas dotadas de capacidad de acción, ni tampoco al contrario,
pues las personas actúan con mayor o menor autonomía (pero nunca
mecánicamente) dentro de las estructuras sociales. Se reconoce
un papel importante a las resistencias explícitas e implícitas,
a las acciones cotidianas personales y a los movimientos sociales
en el cambio histórico.
2. El
conocimiento es construido socialmente. Entre otros autores/as,
estamos de acuerdo con Habermas cuando "rechaza el punto
de vista dominante de que el conocimiento está separado del individuo
y es descubierto por él y defiende un conocimiento que
se construye mediante la acción comunal” (Criticos, 1993,
p. 81). Desde el enfoque psicológico histórico-cultural, Gordon Wells dice:
"Como reconocía Leont´ev,
sólo son individuos concretos quienes llevan a cabo actividades
de representación intencionales; sólo los seres humanos individuales
pueden conocer. Sin embargo, como él mismo también destacaba,
conocer no es una actividad que se pueda llevar a cabo en aislamiento,
bien de otras personas, bien de los artefactos culturalmente
producidos que proporcionan los elementos mediadores. Por lo
tanto, la manera más adecuada de entender el conocer es como
la actividad intencional de individuos que, como miembros
de una comunidad, emplean y producen representaciones en el esfuerzo
colaborativo de comprender mejor su mundo compartido y transformarlo."
(Wells, 2001, pp. 95-96)
3.
Todas las personas son –han de ser- intelectuales. Tal
como proponía Antonio Gramsci, todas los seres humanos han de
reflexionar e interpretar el mundo, independientemente de su
función productiva. El separar la ocupación de las personas casi
totalmente entre lo manual y lo intelectual es una limitación
para el pleno desarrollo humano, para la acción significativa
y también para el verdadero conocimiento.
4. El
conocimiento no es neutral ni separable de la práctica. Como
dice Giulio Girardi:
"no hay interés teórico que
esté desvinculado de intereses prácticos. El desinterés es el
ocultamiento de intereses que no quieren confesarse. No hay
relación con el objeto, que no sea al mismo tiempo, consciente
o inconscientemente, relación con un proyecto. No se trata aquí
de intereses inmediatos, sino del proceso global por el que el
hombre realiza su proyecto fundamental.
El conocimiento no puede ser juez sin ser parte. Se sitúa necesariamente
en relación con las fuerzas políticas y económicas; siempre es
relativo a un proyecto de sociedad, activamente propugnado o
pasivamente aceptado."
(Girardi, 1977, p. 101)
5. Son
cuestionables las concepciones y los instrumentos comúnmente
aceptados. La idea de “progreso” tal como suele ser dada
por supuesto, el valor positivo “per se” de la modernización,
el productivismo, la visión patriarcal, la noción de trabajo
asalariado como único trabajo, la naturalización de la pobreza
(a escala personal o mundial), etc. deben ser revisadas y puestas
en cuestión, así como instrumentos que están sesgados hacia el
mantenimiento del sistema (el PIB, por ejemplo). Tampoco es válida
una propuesta simplemente por ser opuesta a lo dominante, sino
que tiene que demostrar su validez internamente. La ciencia crítica
tendrá que alterar los parámetros dominantes, lo que es
más complejo que ponerse simplemente en la “posición contraria”
en una situación concreta; es necesario trascender el encajonamiento
al que la cotidianeidad, la inercia y las fuerzas conservadoras
someten los problemas. No hemos de olvidar que, como afirman
Tusta Aguilar y Carmen G. Landa, "los conocimientos juegan
frecuentemente el papel de un recurso de poder y se invocan como
aval de una propuesta determinada", cuando las decisiones
están muchas veces "previamente adoptadas" (Aguilar
y Landa, 2003, p. 84). Pero las formas de conocer han de ser
cuestionadas, como denuncia Amparo Moreno:
"las formas de conocer el
mundo producidas por y para dominarlo (las formas de saber
vinculadas al ejercicio del poder), se han legitimado
históricamente como expresión de lo real... a base de
definir como apariencia, opinión, engaño y hasta superstición
e ignorancia cuantas formas de conocimiento no se ajustan a sus
criterios valorativos y sus reglas. Y la capacidad coactiva del
saber guarda relación con su capacidad para autolegitimarse como
verdad y con la credibilidad de que goza: no en
vano, de ello depende que los seres humanos nos comportemos de
acuerdo con sus fórmulas y, por tanto, las hagamos realidad."
(Moreno, 1991a, p. 62)
6. La
investigación se concibe de forma holística, compleja y reflexiva,
sin una separación estricta entre sujetos y objetos de la investigación,
cuestionando el modelo hegemónico de investigación. Este modelo,
como afirma Becerra, .
"... excluye del proceso
de aprehensión de la realidad social las nociones y categorías
de historicidad, totalidad, subjetividad; privilegiando, en su
defecto, una lectura de la realidad que aísla los fenómenos sociales
de su contexto, reduce la complejidad de los procesos a la simple
descripción de los mismos y separa al objeto del conocimiento
del sujeto que lo percibe y lo concibe"
(Becerra, citado en Pérez Luna, 2001)
Jesús Ibáñez sintetiza la evolución
de la consideración del `sujeto´, haciendo un paralelismo curioso:
"El sujeto ha sido, sucesivamente,
absoluto, relativo y reflexivo. Posiciones que corresponden,
respectivamente, a las tres grandes olas de la física: clásica,
relativista y cuántica. En física clásica (...) el sujeto es
absoluto: lugar de Dios o de Laplace (...). En física relativista
(...) la captura del objeto exige una conversación entre todos
los observadores posibles" (...) "en física cuántica
el sujeto se hace reflexivo: pues tiene que doblar la observación
del objeto con la observación de su observación del objeto"
(Ibáñez, J., 1991, p. 14)
7. La
autocrítica forma parte del proceso. Las personas investigadoras
no han de verse como observadores neutrales ni como entes ausentes
de intereses y de puntos de vista sesgados. La autocrítica también
alcanza a los procesos, a las conclusiones y a las consecuencias.
He aquí algunos aspectos a tener en cuenta:
·
la crítica no puede ser paralizante, ni evitar la mejora de las
personas más oprimidas
·
se está en guardia frente a la “autonecesidad” que pueden crear
las propias personas expertas
·
el conocimiento no da razones definitivas en una elección en la
que intervienen valores ideológicos
·
la posición del autor/a es
relevante: socialización como mujer u hombre, ideología, lugar
de residencia, papel productivo...
·
no existe una explicación definitiva y omnicomprensiva,
sino explicaciones que se enriquecen con el diálogo
·
y finalmente, en palabras de Ricardo Falla: “No
hay receta para saber cuándo se le está haciendo el juego al
sistema. Lo que es importante es que la acción social tenga en
cuenta no sólo las necesidades inmediatas que pretende aliviar,
sino el contexto social y político en que se da” (Falla, 1998).
1. El
objetivo del conocimiento es la emancipación: la toma de control
de las propias vidas, personal y colectivamente. La ciencia
social crítica, siguiendo a Habermas, se orienta hacia la libertad
y autonomía racional, operando en los contextos concretos: ha
de desvelar las limitaciones estructurales y ayudar a actuar
para superarlas. No diseña una alternativa cerrada, sino que,
a partir de la crítica de lo existente y de los deseos utópicos,
muestra escenarios distintos, pero considerando que la tarea
fundamental es la eliminación de barreras que constriñen la libertad,
que impiden la libre decisión. El conocimiento no sólo no es
ajeno al interés humano, sino que el tipo de saber está profundamente
ligado al interés al que sirve. Según la categorización de la
escuela de Frankfurt (refinada por Habermas) sobre tipos de interés,
conocimiento y ciencia, al interés emancipatorio le corresponde
un saber emancipatorio (la reflexión) y una ciencia crítica. El saber emancipatorio no niega los otros saberes,
sino que los incluye dentro de su perspectiva reflexiva: podríamos
decir que tiene en cuenta los datos empíricos y las interpretaciones
dentro de su reflexión, no se queda limitada por ellas en la
acción humana. Además, según Habermas, “en la autorreflexión,
o reflexión sobre la reflexión, coinciden interés y conocimiento,
y es en ese ámbito donde se configura la razón emancipatoria”
(San Baldomero, 1998). Freire, por su parte, más ligado al interés
emancipatorio directo, señala acertadamente que “la cuestión
está en cómo transformar las dificultades en posibilidades” (Freire,
1997, p. 63). Se diferencia así el enfoque crítico del escepticismo
postmoderno: el Centro de Investigación Social y Educativa de
la Universidad de Barcelona (CREA) afirma que la “teoría social
desarrollada por CREA se destaca por su orientación crítica,
no tan sólo por denunciar aquellos aspectos negativos o exclusores
de la sociedad sino también por buscar y proponer acciones transformadoras
que los superen” (Casamitjana et al. 2000, p. 119), diferenciándose
así de Foucault o Derrida, que nunca dicen lo que proponen.
Así, los saberes que interesan no son aquellos que resulten
importantes por sí mismos, sino en función de la satisfacción
de la satisfacción igualitaria de las necesidades humanas más
auténticas. Tusta Aguilar y Carmen G. Landa señalan
"la importancia de discernir
cuáles son las genuinas necesidades humanas" (...) [considerándose
adecuada] la construcción, utilización y comunicación de saberes
indisolublemente asociados con la identificación y satisfacción
sinérgica de las necesidades de todos los seres humanos y del
planeta en su conjunto y no de conceptos, representaciones y
procedimientos que benefician a unos pocos a costa de la mayoría"
(Aguilar y Landa, 2003, p. 81)
2. Han
de ponerse de manifiesto las estructuras profundas de los fenómenos
sociales, con especial hincapié en las que suponen dominación
e injusticia, en relación con las posibilidades de cambio.
No se puede caer en el ingenuismo ni en la parálisis. El estudio
de las estructuras es necesario para ver la raíces de la realidad
y actuar en consecuencia.
3. Ha
de articularse lo universal y lo particular, lo planetario y
lo local. Lo planetario ha de ser un referente, tanto en
los objetivos como en el análisis, pero ha de ponerse en relación
con lo más cercano a los actores sociales implicados.
4. Ha
de generarse un conocimiento holístico y vital, racional pero
no racionalista. Amparo Moreno afirma, en el libro con el
sifnificativo título de Pensar la historia a ras de piel:
“la reflexión vital/transdisciplinar que propongo ha de
atender a la génesis histórica de nuestra vida social en su globalidad
compleja, para poder superar la fragmentación ahistórica que
el pensamiento lógico-científico opera sobre nuestro vivir” (Moreno,
1991a, p. 43)
1.
El conocimiento social no busca certezas, pero es
un conocimiento posible. La relativización del saber (el
reconocimiento de que no hay verdades absolutas, exentas de un
marco interpretativo y válidas para todos los contextos por encima
de la autonomía de los sujetos) no lleva a negar la posibilidad
de conocimiento, sino a matizarlo. La realidad no se confunde
con el discurso: el discurso también genera realidades y es incluso
una parte de la realidad, pero no abarca la totalidad de ésta;
además, los discursos se producen mediatizados por las realidades
sociales, no son independientes de ellas. Así se supera el ansia
totalizadora de la modernidad tradicional y el idealismo, pero
también la disolución estructuralista y postmoderna.
2.
El carácter del conocimiento social no es el de las
ciencias naturales. En los últimos tiempos, incluso las ciencias
físico-naturales están cuestionando su modelo mecanicista y reduccionista
para explicar la complejidad de lo real en general y el mundo
de la vida en particular (tal como mostramos en otro apartado).
Pero el paradigma físico-natural mecanicista ha sido el envidiado
e imitado en muchas ocasiones en la investigación social, y no
solamente en la que se considera explícitamente positivista.
Desde el momento en que se estudia algo tan complejo como la
sociedad humana y en la medida en que ésta está compuesta de
sujetos autoconscientes, no puede haber leyes en el sentido que
tienen en una realidad física concreta. Las siguientes citas
completan esta idea:
"La diferencia entre sociedad
y naturaleza es que la naturaleza (...) no es producida por el
hombre (...). Aunque no es creada por una única persona, la sociedad
se crea y recrea de nuevo, si no ex nihilo, por los participantes
en cada encuentro social. La producción de la sociedad
es una “realización cualificada” que los seres humanos mantienen
y `llevan a cabo´"
(Giddens, citado en Cohen 1990, p. 364)
"Las utopías forman parte
del objeto de estudio de las ciencias sociales, lo que no puede
decirse de las ciencias naturales; y las utopías desde luego
tienen que basarse en tendencias existentes. Si bien ahora tenemos
claro que no hay certeza sobre el futuro ni puede haberla, sin
embargo las imágenes del futuro influyen en el modo en que los
seres humanos actúan en el presente."
(Wallerstein, coord., 1998, p. 85)
"Cuando utiliza explicaciones
causales, sin embargo, Habermas no retorna a la idea positivista
de las acciones sociales entendidas como cualesquiera otros eventos
naturales que puedan ocurrir fuera del alcance de la conciencia
humana. Por el contrario, considera que la aparición de regularidades
similares a leyes de la ciencia social positivista prueba únicamente
la existencia de limitaciones sociales estructuralmente impuestas.
La misión de una ciencia social crítica es disolver estas limitaciones
haciendo que los mecanismos causales subyacentes sean visibles
para aquellos a quienes afectan." [la cursiva es nuestra]
(Carr y Kemmis, 1988, p. 150)
3.
El conocimiento no es solamente racionalidad, sino
que incluye la experiencia vital. Como dice Amparo Moreno
en su reflexión sobre la historia y el “arquetipo viril y dominador”:
“Mi reflexión racional se fue abriendo, pues, hasta lo que
sentimos y hasta aterrizar en lo que vivimos a ras de piel” (Moreno,
1991a, p. 12). O, como dice Eduardo Baldeón:
"Se trata, en definitiva,
de no perder de vista que la finalidad del conocimiento no es
la de formular los secretos del mundo en una ecuación sino la
de dialogar con el misterio del mundo. Ese diálogo ha de hacerse
con la razón pero también desde nuestros sentimientos y vivencias
e incorporando las perspectivas y saberes que provienen fuera
de la ciencia.
La expresión razón dulce, acuñada por Milan Kundera, me
parece muy sugerente para adoptarla como definición de un sistema
de pensamiento abierto. De una vez por todas debemos asumirnos
como seres sentipensantes -expresión de Eduardo Galeano-
Sentimiento y razón constituyen aspectos inseparables en el ser
humano. La fuerza de la pasión nos empuja a la realización de
nuestros sueños e ideas."
(Baldeón, 2000)
4.
Han de superarse las barreras de la disciplinariedad.
Es el llamamiento que hace, por ejemplo, la “Comisión Gulbenkian
para la reestructuración de las ciencias sociales”, presidida
por Immanuel Wallerstein, en un informe cuyo título es muy explícito:
“Abrir las ciencias sociales”:
"La clasificación de las
ciencias sociales se construyó en torno a dos antinomias que
ya no tienen el amplio apoyo del que antaño disfrutaron: la antinomia
entre pasado y presente y la antinomia entre disciplinas idiográficas
y nomotéticas."
(Wallerstein, coord., 1998, p. 103)
Una forma de hacerlo es ampliando el diálogo y las herramientas
entre las diversas ciencias y formas de conocimiento, dentro
de una finalidad crítica:
"La tarea a la que se enfrentan
las llamadas ciencias sociales es la de ampliar sus vías de diálogo
entre sí y con las demás ciencias y formas de conocimiento, y
ofrecer nuevas herramientas para descubrir tanto en la historia
como en la realidad social aquellos aspectos que contribuyan
a una visión más rica del magma social, en la convicción de que
la difusión libre del pensamiento y el conocimiento es la vacuna
más segura contra los peligros de la degradación del entorno
social y físico y el triunfo de las muy reales fuerzas oscuras."
(Verdaguer, 1993)
5.
El conocimiento transformador debe privilegiar la
mirada de los sectores más oprimidos y de los más transformadores.
Por solidaridad, por la necesidad de priorizar unos conocimientos
sobre otros y de actuar..., pero también porque esa mirada aporta
un ángulo necesario para la transformación y porque es el ángulo
que escatima el pensamiento y experiencia habitual. Como afirma
Imanol Zubero:
"Nuestra visión de la realidad
depende del lugar social que ocupamos (...) "Todo
es según el dolor con que se mira´, nos recuerda Benedetti.
Para analizar la realidad con voluntad transformadora es absolutamente
imprescindible que cambiemos nuestra mirada, que aprendamos
a mirar la realidad desde una perspectiva nueva para poder así
sentir el dolor de todas las otras personas que sufren"
(Zubero, 1996a, p. 135)
Pero no se trata sólo de `ponerse en el lugar de otros/as: en
una obra de Gioconda Belli, La mujer habitada "lo
que se destaca es la posibilidad de –y la necesidad, diría yo-
de cambiar de lugar, de elegir nuestro lugar social. (...)
al cambiar nuestro lugar, cambia nuestra mirada." (Zubero,
1996a, p. 134). También para R.W. Connell, "en
general, la posición de los que llevan la carga de la desigualdad
social es un punto de partida para la comprensión de todo el
mundo social, mejor que la posición de quienes gozan de sus
ventajas." (Connell, 1997, p. 58):
"Cuando George Luckacs, uno
de los fundadores de la sociología del conocimiento, analizó
el "punto de vista del proletariado", pensaba también
en la cuestión del poder intelectual. La ubicación estructural
de la clase trabajadora en el nivel de la producción revelaba
a los obreros, de la forma más concreta posible, el mecanismo
básico de la acumulación capitalista mediante la extracción
de la plusvalía de la mano de obra. Por muy complejos que fueran
otros puntos de vista, dado que no incluían esta reflexión esencial,
no servían para captar la dinámica de la sociedad capitalista.
En una demostración clásica de la importancia que tiene la posición
de partida en la construcción del conocimiento, Luckacs siguió
indagando con gran sutileza en las dificultades en que se vio
la filosofía europea, debido a la situación de los filósofos
en el mundo del privilegio capitalista."
(Connell, 1997, p. 59)
1.
La praxis es el elemento nuclear. La praxis
es el concepto-síntesis de la ciencia crítica, entendida como
unión de la teoría y la práctica, como “acción consciente y reflexiva”,
o según Habermas, como “Razón consciente de sus funciones prácticas,
no sometida a fines impuestos desde fuera, sino abarcadora de
algún modo de fines sociales en virtud de su propia racionalidad”
(San Baldomero, 1998).
2.
Se necesita un enfoque dialógico. El diálogo,
la comunicación, está en la base misma de la concepción de investigación
crítica. El diálogo verdadero sólo se da cuando existe igualdad
de condiciones, por lo que la consecución de estas condiciones
es el objetivo de la acción crítica, siendo simultáneamente la
comunicación el medio para el necesario conocimiento emancipatorio
(Habermas). Sin embargo, no ha de confundirse diálogo con eclecticismo
(pues no se debe renunciar a la perspectiva crítica), ni tampoco
con claudicación: el encuentro dialógico “no puede verificarse
entre antagónicos” (Freire, 1997, e.o. 1970, p. 168).
3.
El conocimiento científico ha de dialogar con el generado
en otros contextos, especialmente en el de los movimientos sociales
críticos. Si la ciencia social crítica quiere trascender
la razón hegemónica y servir para la acción, debe establecer
comunicación con quienes promueven nuevas interpretaciones (ampliando
la reflexión crítica de la ciencia social) y a la vez están actuando
para cambiar las condiciones dadas (y así no olvidarse del fin
transformador de la ciencia crítica). Sin imbricación con las
prácticas antisistema y alternativas, la ciencia crítica pierde
su carácter, queda encerrada en las estructuras académicas. Ana
de Miguel lo explica así, refiriéndose a la relación entre las
teóricas feministas y el movimiento feminista, lugar donde se
genera la discusión interna y externa:
"Tal y como han señalado
Eyerman y otros los movimientos sociales abren un espacio especialmente
idóneo para que se den las condiciones de la creación e innovación
en el conocimiento. Las teorías pueden ser y de hecho son fruto
de individualidades, las teóricas del movimiento -líderes epistemológicas-,
pero su obras tienen hoy como referente la existencia de un movimiento
social enormemente plural, cambiante y en continua polémica interna
y externa, la que se genera dentro del movimiento y la que mantiene
con sus oponentes."
(De Miguel, 2000)
4.
Resulta imprescindible formar parte de redes y comunidades
práctico-críticas, puesto que una sola persona, por encima
de su carácter e intención, no puede conseguir los cambios necesarios
y queda debilitada (también intelectualmente), si actúa de forma
habitual dentro de estructuras y contextos cotidianos no emancipatorios.
5.
Las personas incluidas en la realidad investigada
participan en la investigación. Las personas
no son estudiadas desde fuera, como si fueran objetos, sino que
son participantes en el conocimiento, en la investigación:
"a diferencia del mundo natural
definido por las ciencias naturales, el dominio de las ciencias
sociales no sólo es un dominio en el que el objeto de estudio
incluye a los propios investigadores sino que es un dominio en
el que las personas estudiadas pueden dialogar o discutir en
variadas formas con esos investigadores"
(Wallerstein, coord., 1998, p. 55)
6.
Las personas que investigan se insertan en la realidad.
Los investigadores o investigadoras está influidos por sus propias
percepciones, y deben ser conscientes de ello si quiere ser autocríticas.
Pero, si además, aspiran a ser transformadoras, deben participar
de alguna manera en la situación desde el punto de vista de quienes
sufren el problema. Tal como afirma Ricardo Falla:
"Reconocemos que si no hay
objetividad y rigor analítico, no hay ciencia. Tampoco habrá
una acción social sólida, con fuerza y duradera. Sin embargo,
existe un horizonte epistemológico que colorea nuestra mirada
y la interpretación de los hechos. Ese horizonte es la situación
del investigador o de la investigadora.
Entonces la situación de la persona que hace investigación debe
estar afectada por la injusticia del mundo para identificar su
mirada e interpretación de los hechos con la de los que la sufren
y participar así de su mismo horizonte epistemológico, en cuanto
es posible."
(Falla, 1998)
7.
Es necesario unir las formas alternativas de pensar
y de actuar. Como dicen Tusta Aguilar y Carmen G. Landa,
debemos prestar atención a "nuevas formas de actuar y nuevas
formas de pensar (esquemas mentales), haciendo confluir y contrastando
un pensamiento anclado en lo real (convergente) con uno que hace
aflorar lo posible (divergente)" (Aguilar y Landa, 2003,
p. 104). Tomás R. Villasante (Villasante, 1998b, cap. 11) propone
cuatro `saltos´ para las nuevas formas de hacer ciencia social:
·
de la objetividad a la reflexividad
·
de la simplificación a la complejidad
·
del diagnóstico a la implicación en las potencialidades
generadoras
·
atender a los efectos queridos y no queridos (cerrando/abriendo
un nuevo ciclo de conocimiento y acción)
Y explica cuatro principios alternativos,
críticos con las ciencias sociales clásicas: "lo hologramático
(más allá de lo micro-macro), la recursividad (antes de la causa-efecto),
la complejidad (la potencia de la etnodiversidad sobre las simplifaciones)
y la construcción de lo social (frente a las descripciones aparentemente
objetivas de lo real)" (Villasante, 1998b, p. 65).