TIC, educación y cultura:
cuestionamientos necesarios
1. Las TIC, los cambios sociales y la educación 1
2. Cultura audiovisual, cultura informatizada 4
3. ¿Descentramiento de la escuela?
9
4. Las TIC en la educación
12
5. Los cambios `necesarios´... ¿nueva pedagogía? 15
6. Desigualdades: más allá y más acá de lo tecnológico
en la educación 17
a) La desigualdad socioeconómica y étnica
17
b) Diferencias de género y desigualdad
18
(Aquí desarrollamos las implicaciones que las TIC
tienen para la educación; en otro apartado nos centramos
más concretamente en su `uso educativo´).
Julio Cabero (Cabero, 2000), realiza una
ajustada síntesis de las características de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación:
·
Inmaterialidad (la materia prima es la información).
·
Interconexión (las TIC pueden ser independientes,
pero se multiplican sus posibilidades al combinarse entre sí).
·
Interactividad (desplazamiento del control de la
comunicación hacia el emisor, dominio del propio aprendizaje...).
·
Instantaneidad.
·
Elevados parámetros de calidad de imagen y sonido.
·
Digitalización.
·
Más influencia sobre los procesos que sobre los
productos.
·
Rapidez innovadora (plantea problemas para que
la escuela absorba las tecnologías)
·
Penetración en todos los sectores (culturales,
económicos, etc.). (+ Rapidez de la expansión: para el uso masivo
en EEUU, el teléfono tardó 35 años, la televisión 26, los ordenadores
personales 16 e Internet 7).
·
Creación de nuevos lenguajes expresivos – Ruptura
de la linealidad expresiva.
·
Potenciación de la audiencia segmentaria y diferenciada.
·
Tendencia hacia la automatización.
·
Diversidad de tecnologías y de programas informáticos.
·
Capacidad de almacenamiento de información.
Todas estas características son ciertas, aún cuando no siempre
se den simultáneamente y en el mismo grado en todas las nuevas
TIC, pero algunas afirmaciones que realiza Cabero pueden ser más
discutibles: por ejemplo, escribe que la potenciación de la audiencia
segmentaria "está rompiendo el concepto de cultura de masas"
(Cabero, 2000, p. 22), cuando ésta también se apoya en los nuevos
canales de comunicación (es cierto que cada cual puede buscar
información sobre sus cantantes favoritos, pero estos son principalmente
los de la cultura de masas).
En todo caso, parece evidente que la educación no puede permanecer
al margen de esta nueva realidad, si quiere cumplir una función
relevante. No se confunda esta posición con la que defiende
la "modernización" como valor en sí mismo, o con la
que confía a las TIC la solución de los grandes problemas. Decimos
simplemente que, si la escuela no tiene en cuenta la realidad
sociocultural (también para transformarla) y cierra los ojos a
nuevas formas de conocer y aprender, puede que preserve algunos
elementos culturales (quizá valiosos, pero no es fácil que lo
consiga) pero no dejará de estar haciendo un simulacro de educación.
Pero, a la vez, es necesario estar en guardia contra el discurso
tecnológico dominante (uno de ellos: en la escuela es muy fuerte
también el escepticismo tecnológico defensor de las rutinas habituales).
Manuel Area expresa que el discurso dominante defiende
"la alfabetización tecnológica como demanda de la nueva
economía globalizada". (Area, 2001, p. 83); así,
del mismo modo que la revolución industrial requirió proletariado
conocedor de las formas de producción industrial, "la revolución
informática requiere también de un nuevo tipo de alfabetización
vinculada con el uso de las tecnologías digitales" (Area,
2001, p. 84). Para el autor, esta idea subyace en el interés empresarial
por la alfabetización digital, pero también en muchos planes institucionales
educativos. En un sentido similar, Antonio Bautista, denuncia la infiltración de intereses
ajenos en las escuelas "mediante una determinada forma de introducir y usar las nuevas tecnologías.
Para diferentes autores (Apple, Noble, Streibel, entre otros)
esta incorporación no obedece a otro interés que el de convertir
las `necesidades de las empresas´ en objetivos prioritarios del
sistema escolar, pues, entre otros aspectos, introducen un lenguaje
de eficiencia, rentabilidad y producción, y una determinada forma
tecnocrática de pensar." (Bautista, 2001, pp. 184-185).
Lo que se buscarían serían trabajadores y consumidores cualificados.
Por ejemplo, la Mesa Redonda de los empresarios europeos, reclama
que se prepare para aprender, introduciendo "los mismos sistemas
multimedia y de la tecnología que ha revolucionado los puestos
de trabajo" (Sancho, 2001, p. 60).
Se necesitaría, por tanto, un discurso pedagógico alternativo:
"la alfabetización como necesidad política y moral"
(Area, 2001, p. 87). Tras argumentar la necesidad de apoyarse
en argumentos de naturaleza moral y política sobre el modelo de
sociedad que se desea y se rechaza, Manuel Area defiende que hay
que empezar por hablar de los "efectos perversos" que
están teniendo lugar con el advenimiento de la sociedad de la
información, como son "la mercantilización de la información
y la cultura; la pérdida de la privacidad e intimidad en
las acciones de los individuos; las desigualdades tecnológicas;
y la aparición de una nueva generación de jóvenes criados y amamantados
culturalmente bajo las tecnologías digitales que representa una
ruptura cultural con las generaciones precedentes." (Area,
2001, p. 88). De esta manera, "el acento se pone en el discurso
político de la formación", concibiendo así "a las personas
más como ciudadanos, como sujetos autónomos que como meros consumidores
de mercancías culturales" (Area, 2001, p. 99). De esta manera,
las tecnologías digitales pueden utilizar su potencial para fomentar
el aprendizaje y la autonomía:
"El uso de las tecnologías
digitales con fines educativos prometen [sic] abrir nuevas
dimensiones y posibilidades en los procesos de enseñanza-aprendizaje
ya que ofertan una gran cantidad de información interconectada
para que el usuario la manipule; permiten una mayor individualización
y flexibilización del proceso instructivo adecuándolo a las necesidades
particulares de cada usuario; representan y transmiten la información
a través de múltiples formas expresivas provocando la motivación
del usuario; y ayudan a superar las limitaciones temporales y/o
distancias geográficas entre docentes y educandos y de este modo,
facilitan extender la formación más allá de las formas tradicionales
de la enseñanza presencial.
Es indudable que la educación sigue siendo un motor de cambio,
progreso y cohesión social. El problema surge, como ya indicamos
anteriormente, al servicio de qué modelo de sociedad de la información
se desarrollan políticas formativas."
(Area, 2002)
Resulta obvio que estas potencialidades no
se realizan simplemente por desearles, y habrá que ver qué desarrollos
contradictorios provocan también las propias TIC, como el mismo
autor señala en otras ocasiones: de ahí la necesidad de ir desarrollando
algunos elementos dentro de esta complejidad.
Aunque los medios informáticos requerían una
forma de acercamiento rígida y con un lógica cerrada y muy particular,
posteriormente han ido adoptando interfaces visuales y mucho más
intuitivas, pero, además, cada vez más se usan también para la
diversión o la exploración informal, además de múltiples usos
sociales. De esta manera, las tecnologías informáticas, en su
nivel de uso, comparten con los medios audiovisuales amplios rasgos
de una misma cultura. Pierre Babin, creador y teórico del mundo
de los medios audivisuales, ha estudiado la cultura y el lenguaje
de estos (Babin, 1993), y hace algunas referencias al ordenador:
Afirma que informática y emoción parece que no van juntas,
pero si vemos a niños con el ordenador, podemos cambiar esta idea
previa: "el caso del ordenador parece valorar el doble funcionamiento
del cerebro. Por un lado –cerebro izquierdo-, el ordenador pone
en funcionamiento las categorías de la lógica y la abstracción,
propias del lenguaje alfabético y matemático. Por otro lado –cerebro
derecho-, el ordenador, por su monitor, hace funcionar las categorías
del juego y los sentimientos" (Babin, 1993, p. 28). Dudamos
de que la mera presentación en pantalla de la información suponga
lo que Babin afirma, pero estamos plenamente de acuerdo si pensamos
en los usos que hoy en día se hacen del ordenador: lo que aparece
en pantalla es en muchos casos "audiovisual", y entraría,
al menos parcialmente, dentro del análisis que este autor realiza:
"Habiendo admitido el carácter
parcial -incoativo- del sentir audiovisual, ¿se puede hablar
de conocimiento, de verdadero conocimiento? Yo respondería que
sí, sin dudarlo. Y aun me atrevería a decir que si no se rehabilita
esta forma de conocimiento empapado de afectividad y de imaginación,
no se entrará ni en la totalidad del hombre ni en el siglo XXI,
siglo de la información y de la comunicación. Nadie discute que
el sentir pueda preparar un saber humanista y científico. Pero,
¿cómo entender que tenga valor de pensamiento? Próximo a las raíces
sensoriales, el sentir audiovisual designa el modo de conocimiento
fundamental y primario del ser humano. Conocimiento en el sentido
etimológico viene de nacer con, de tomar consigo.
Este conocimiento por participación, integración, comunión, es
la madre de todo verdadero conocimiento: comienza por una percepción
personal de las cosas a través del tacto más que por la aceptación
de una representación que viene de otro."
(Babin, 1993, p. 30)
Existirían, por tanto, dos tipos de funcionamiento,
necesarios los dos, pero irreductibles el uno al oto, el `racional´
y el `intuitivo´, cada uno identificado con un hemisferio cerebral:
"Cuanto más avanzaba en el
conocimiento de los medios, más correcta y lúcida me aparecía
la distinción entre el funcionamiento del cerebro derecho y el
cerebro izquierdo. Los medios -televisión y radio sobre todo-
suscitan un sobredesarrollo de las propiedades del cerebro derecho:
emoción, intuición, percepción global, reconocimiento de las
figuras. Por el contrario, la escritura alfabética conduce a
una hipertrofia de las funciones del cerebro izquierdo: abstracción,
lógica, percepción de los detalles y de su relación, etc. La teoría,
ya se sabe, reclama precisión y matices. Esto permanece, justificado
por los hechos: existen en nosotros dos tipos de funcionamiento,
dos modos de comprender, profundamente diferentes, irreductibles
el uno al otro."
(Babin, 1993, pp. 80-81)
No se puede, por tanto, defender una cultura apoyada sólo en
uno de las dos formas de funcionamiento, aunque la integración
no procede por un inexistente camino intermedio, sino por la interacción
entre las dos, cada una funcionando plenamente con su forma propia:
"Es cierto que hay un puente entre la razón y la emoción,
como entre el cerebro derecho y el cerebro izquierdo, pero uno
no podría suplir al otro. Someter al canal de la razón el del
pensamiento afectivo es una empresa contra natura. Se puede
impregnar, no subordinar. Más aún, hoy, tal operación se revela
imposible: el entorno mediático es lo que refuerza lo emocional.
Los dos canales, por naturaleza y por necesidad, deben funcionar
de maneraDe esta manera, existe un paso de la emoción a la razón,
"pero después de un vaivén sobre el puente, lo cual requiere
tiempo. La razón actúa a contracorriente y de manera indirecta,
por la impregnación de la personalidad"
(Babin, 1993, p. 82).
Esto quizá nos haya de servir para la educación en general y
para la utilización de las TIC en particular, superando así
un uso informal que se quede sólo en lo anecdótico y un aprendizaje
académico que despoje a las TIC de lo personal y socioafectivo
(como cuando se enseñan sólo las destrezas técnicas informáticas,
a menudo de forma rígida, secuencial, etc.).
Sin embargo, junto a algunas similitudes,
existen diferencias entre las nuevas
TIC y los medios `tradicionales´ audiovisuales. Alfonso Gutiérrez
recoge la siguiente tabla de Cunningham y Finn, en la que se comparan
los medios tradicionales (como la televisión, por ejemplo) con
Internet:
Medios tradicionales |
Internet |
|
Similitudes |
Diferencias |
Comunicación jerárquica. Un emisor y muchos receptores |
pueden ser medios de comunicación masiva o de masas |
formas múltiples de comunicación, incluida la de uno a muchos |
regulados a diferentes niveles |
|
no regulados, anárquicos (ej. derechos de autor) |
compleja organización burocrática |
|
estructura organizativa de mosaico |
comunicación muy estructurada y formal
importantes barreras
para acceder |
|
comunicación informal, no existen barreras legales para el acceso y disminuyen
los conocimientos necesarios para hacerlo |
comunicación pública |
constituyen una forma de entretener e informar |
|
comerciales o estatales |
|
cada vez más comerciales en contra de una base mayoritaria anti-comercial
|
Se conoce la identidad e los pocos productores |
|
multiplicidad de productores y usuarios |
estilo y estructura narrativa de los contenidos |
|
estructura arbórea del contenido (hipertexto) |
audiencias |
|
usuarios |
(Gutiérrez Martín, 1999)
Existen, en todo caso,
unos nuevos modos de conocer, que obligan a la escuela a tenerlo
en cuenta. Antonio R. Bartolomé
decía ya hace unos años que "la forma como profesores y educadores
actúan en relación a la adquisición y organización del conocimiento
debe cambiar urgentemente" (Bartolomé, 1996). Señalaba
en el mismo texto los siguientes cambios inducidos
por nuevas tecnología:
·
El aumento vertiginoso del volumen
de la información.
·
El modo como se codifica la
información (hay visiones muy negativas, como las de Mander,
respecto a cómo la televisión, principalmente, ha aumentado la
superficialidad, la atención débil, etc., pero también se valorizan
formas de conocer basadas en la intuición, la imagen, la analogía,
el pensamiento global...)
·
El modo como accedemos a la
información.
Todo ello demanda, según el autor, tres cambios
fundamentales en el sistema educativo:
·
Primer cambio, la toma de decisiones
en el acceso a la información; "debemos preparar a un sujeto
capaz de buscar la información, de valorarla, de seleccionarla,
de estructurarla y de incorporarla a su propio cuerpo de conocimientos,
esto último implicando de alguna manera la capacidad también de
recordar" (Bartolomé, 1996).
·
Segundo cambio, integración
de medios, multiplicidad de lenguajes.
·
Tercer cambio, cuatro características
que deben tener la escuela y la Universidad (la escuela debe ser
activa, debe ser entretenida y divertida, debe ser participativa
y debe ser libre).
Otros cambios son necesarios también, y habría que matizar bastante
las cuatro características finales, pero la llamada de atención
parece relevante.
Sin embargo, no es sólo de la forma de conocer lo que está en
juego. El tipo de cultura en que vivimos ya, aunque en diversos
grados y con muchos matices, está interpenetrada entre lo `real´
y lo `virtual´ mucho más de lo que a primera vista pudiera parecer.
Manuel Castells habla de cultura de la virtualidad real:
"Es virtual porque está construida
principalmente mediante procesos virtuales de comunicación de
base electrónica. Es real (y no imaginaria) porque es nuestra
realidad fundamental (...). Esto es lo que caracteriza a la era
de la información: es principalmente a través de la virtualidad
como procesamos nuestra creación de significado."
(Castells, 2001b, p. 230)
Aunque quizá sea más adecuado plantearlo de
otra manera, es decir, considerando cómo la experiencia y la construcción
de la subjetividad se ven ampliadas y transformadas por las nuevas
tecnologías, pudiendo afirmarse que "las nuevas tecnologías
inciden en los procesos de construcción de la subjetividad, acelerando
y ampliando los procesos ya existentes de la comunicación que
mutan el sentido de la experiencia" (Gimeno Sacristán, 2001a,
p. 67).
Javier Echevarría insiste en caracterizar a lo que llama `tercer
entorno´ como `espacio social´,
es decir, en el que ser realizan acciones y no sólo se producen
intercambios de información. Internet, como paradigma de esta
cultura, suele verse en los entornos educativos como un `medio
de información´, pero es muchos más que eso, tal como explica
Nicholas C. Burbules:
"Internet se ha convertido
en un medio donde tiene lugar la colaboración y donde la gente
puede crear redes de inteligencia distribuida. Este punto es crucial
porque significa ver a Internet como algo más que un depósito
para la `información´ (su característica más usual), o un medio
para la difusión de ésta y como algo más que un simple medio de
comunicación. Es también un medio que hace instantánea la colaboración,
en el que los participantes se pueden organizar como grupos de
trabajo y donde la identidad de un grupo de trabajo como
un grupo tiene cabida"
(Burbules, 2001, p. 178)
Al formarse y crecer los `anillos web´, comunidades virtuales,
listas de distribución de correo, chats,... se desdice la idea
de que Internet sea "sólo sea una red de comunicaciones;
es un espacio en el cual la gente se junta e interactúa";
e incluso, para muchos usuarios, afirma el autor, "estos
llamados espacios `virtuales´ son más vitales, apasionantes, e
importantes para ellos que otras áreas de actividad en sus vidas,
como indica la cantidad de tiempo que pasan dentro de ellos."
(Burbules, 2001, p. 179). De esta manera, "una vez que la
gente empieza a "ser" on line sus identidades
cambian (...), se da un fusión inevitable entre las dimensiones
de su ser "off line" y "on line".
Se convierten, según la famosa formulación de Donna Hemingway,
en "cyborgs"" (Burbules, 2001, p. 181). Quizá Burbules
exagera un poco en la última expresión, aunque no debemos despreciar
otro aspecto que señala: las personas pueden formar parte de muchas
comunidades "on line", lo que tiene efectos respecto
a lo que en otras ocasiones se denomina como las `identidades
múltiples´.
¿Puede hablarse entonces de `cultura tecnológica´? Antonio Bautista,
entendiendo las culturas como redes de significados compartidos,
e incluyendo no sólo las TIC, sino también la tecnología audiovisual,
afirma que sí. Siguiendo la distinción de Giroux entre culturas
dominantes y minoritarias, hace hincapié además en la vinculación
de la cultura tecnológica habitual con la cultura dominante, al
estar tejida con valores, creencias y prácticas de los grupos
con poder social; hay así "una red de significados sobre
los materiales y recursos tecnológicos, así como una vinculación
a los valores e ideas de unos grupos situados en diferentes poderes
económicos, políticos." (Bautista, 1994, p. 17):
"Los intereses hegemónicos
de una cultura, llevan a considerar los medios de comunicación
de masas y los recursos y materiales, como equipos tecnológicos
transportadores de unos contenidos, mensajes y discursos soportados
en vídeos educativos, colección de diapositivas, montajes audiovisuales,
software de ordenador, para mantener las ideas de los grupos
que ostentan el poder."
(Bautista, 1994, p. 18)
Pero también pueden utilizar los recursos tecnológicos las otras
culturas, de acuerdo con sus intereses:
"los diferentes recursos tecnológicos
así como los distintos sistemas simbólicos de representación soportados
en ellos, son utilizados en las diversas culturas y se les asigna
unos roles de acuerdo con los intereses de cada una de ellas.
Una, la dominante, para perpetuar hegemonías; otras, las marginales,
para señalar los desajustes sociales y desigualdades..., que posiblemente
se pueden producir, para expresar sus ideas y teorías, intentando
probar la legitimidad de las mismas y su superioridad respecto
a otras."
(Bautista, 1994, p. 18)
Una vez más, la perspectiva política ha debido ser recordada,
aunque manteniendo la posibilidad de la crítica y la transformación,
por encima del reproduccionismo totalizador y paralizante.
La escuela está sometida a profundos cuestionamientos
de su labor: si no explícita, sí implícitamente, o, al menos,
se halla sometida a dificultades que provienen de los cambios
exteriores. Estas afirmaciones nosignifican que antes las funciones
más elevadas de la escuela se cumplieran más o menos. Tampoco
queremos decir, por lo que sería un determinismo tecnológico,
que las TIC sean las únicas responsables de todo ello; la sociedad,
la economía, la cultura... ha cambiado, y las TIC son uno de
los elementos de cambio, junto a fenómenos como la globalización,
la crisis de la modernidad, `sociedad de la información´, etc.
Aunque sea difícil establecer separaciones nítidas, procuraremos
referirnos a lo que tiene que ver más directamente con las TIC
para no ampliar excesivamente el análisis que ahora hacemos.
Margarita Almada menciona tres temas principales
sobre la educación y las TIC (Almada, 2000):
a)
Los que consideran a las TIC como herramienta y soporte
para el proceso educativo, pero no "únicamente como soportes
tecnológicos, sino como elementos integradores e incluyentes de
los procesos de acceso y recuperación de información y transferencia
de conocimiento y de enseñanza/aprendizaje" (Almada, 2000).
b)
Los cambios profundos que requiere el proceso educativo
(docentes y discentes).
c)
Los aspectos sociales y culturales, legales, políticos
y económicos relacionados con la transferencia electrónica de
la información.
Nos parecen especialmente relevantes educativamente
los dos primeros que menciona esta autora, y, en este sentido,
Jordi Adell enfatiza la necesidad de que la institución escolar
evolucione de acuerdo con los cambios del medio, teniendo en cuenta,
por ejemplo, el hecho de que "el papel de la escuela como
fuente primaria de información ha desaparecido hace ya tiempo"
(Adell, 1997).
"Puede que el verdadero problema
de la sociedad de la información sea la saturación y el ruido
en todos los canales, la enorme cantidad de paja entre la que
tendremos que encontrar el grano, la sobrecarga cognitiva que
implica escoger lo importante de entre la masa de información
espúrea [no el acceso a informaciones]. Pero la educación es más
que poseer información: es también conocimiento y sabiduría, hábitos
y valores. Y esto no viaja por las redes informáticas. Los profesores
tendremos que redefinir nuestros papeles, sobre todo si seguimos
viéndonos a nosotros mismos sólo como "proveedores de información".
Y lo haremos en instituciones que asumirán los nuevos canales
como medios para proporcionar, también, los servicios que ahora
prestan "presencialmente"."
(Adell, 1997)
No creemos que sean las TIC las únicas razones para un necesario
cambio educativo, y que éste sólo las tenga a ellas como referente,
pero, como hemos afirmado en otros lugares, tampoco se puede actuar
como si las nuevas realidades generadas por ellas no hubieran
tenido lugar. Para Manuel Castells, lo importante es "cambiar
del concepto de aprender por el de aprender a aprender, ya que
la mayor parte de la información está en ella y lo que realmente
se necesita es la habilidad para decidir qué queremos buscar,
cómo obtenerlo, cómo procesarlo y cómo utilizarlo" (Castells,
2001b, p. 287). Aunque el lema de `aprender a aprender´ puede
quedarse bastante vacío de contenido, parece plenamente suscribible
su afirmación (siguiendo a Dutton) de que "el nuevo aprendizaje
está orientado hacia el desarrollo de la capacidad educativa que
permite transformar la información en conocimiento y el conocimiento
en acción" (Castells, 2001b, p. 287), así como su apreciación
de que el sistema escolar en su conjunto resulta actualmente
inadecuado para esta función (si no cambia profundamente, podríamos
añadir).
Alfons Cornella, empresario y experto
en ìnfonomía´, reclama el cambio desde la necesidad de que
el capital intelectual funcione, y para ello necesita un contexto
social en el que es necesario colaborar; el aprendizaje básico
debería estar en la escuela, a la que se tendría que permitir
experimentar para poder responder a esta expectativa:
"si el conocimiento es riqueza,
las empresas deben entender que disponer de ideas diferenciales
(de conocimiento puro y aplicado) es la clave de su supervivencia
y competitividad. Por ello, estarán cada vez más receptivas a
tender "puentes" con quien disponga de conocimientos
(por ejemplo, con la universidad). (...).En una línea parecida,
la escuela se verá forzada a cambiar. Porque en una economía del
conocimiento, el principal activo son las personas (el capital
intelectual). Pero este produce como un activo sólo si está en
un contexto en el que sea posible colaborar, construir conjuntamente.
O sea, el capital intelectual funciona si está en un entorno con
un elevado capital social (unas normas de comportamiento social
que faciliten la confianza mutua de las personas, y permitan el
trabajo en grupo). Y ambos capitales, el intelectual y el social,
son moldeados en buena parte en el período escolar. Hablamos con
frecuencia de cómo va a cambiar la empresa en esta nueva economía,
pero ese cambio no será nada comparado con los cambios a los que
se deberá enfrentar el sistema educativo. Deberá generarse un
entorno en el que se permita experimentar al sistema educativo"
(Cornella, 2001, p. 52-53)
¿Es adecuada esta visión? Seguramente, las ideas de Cornella
son más adecuadas para la promoción de la competitividad empresarial
que las basadas en la enseñanza rutinaria, pero olvida que esta
misma economía del conocimiento sigue precisando de operarios
a los que el sistema demanda una actitud pasiva y sometida. Por
otro lado, también olvida que los contextos empresariales requieren
colaboración dentro de un marco de competencia exacerbada, mientras
que nuestro modelo es otro. En todo caso, resulta curioso que
incluso desde algunos ámbitos empresariales se reclamen cambios
de este tipo: esto puede hacernos estar en guardia frente al idealismo
en torno a las TIC que esconde los intereses que puede haber detrás,
aunque no necesariamente hace más progresista la visión de quienes
defienden una institución escolar reproductora de antiguas tradiciones
y sometimientos.
Sea como sea, José Manuel Pérez Tornero, afirma que la escuela
tradicional está asediada en la actual sociedad de la información,
ya que "nos encontramos con una
escuela descentrada de sus funciones tradicionales que difícilmente
encuentra su lugar en el mundo moderno del saber" (Pérez Tornero, 2000). Las claves de este cuestionamiento serían:
"1. La Escuela ya no es la
depositaria privilegiada del saber. Es una fuente más entre otras.
Pero compite con fuentes de enorme poder: la radio, la televisión,
el kiosco de prensa, etc.
2. La Escuela es, tal vez, la institución más eficaz para la enseñanza
de la lecto-escritura – como lo fue antaño – pero está quedándose
atrás en la promoción de la nueva alfabetización de la sociedad
de la información: la del lenguaje audiovisual y de la informática.
3. Los profesores ya no son considerados los Maestros que atesoraban
todas las habilidades y sabidurías. Los estudiantes pueden competir
fácilmente con ellos en conocimientos y, sobre todo, disponen
de muchas fuentes con las que contrastar el saber de sus profesores.
4. La escuelas ya no disponen, como antaño, de los instrumentos
para la producción y sistematización del saber – o los han perdido
en términos relativos. (...) [las bibliotecas se quedan cortas,
la tecnología deviene obsoleta respecto a la que manejan algunos
alumnos...].
5. La Escuela ya no es la fuente de la racionalidad que funda
o explica el orden social. (...).
6. La Escuela se ha tornado un elemento poco práctico. (...)
7. La Escuela está perdiendo a marchas forzadas aquél poder de
organización y de orden que le había conferido el sistema social
tradicional. La pérdida de autoridad de la Escuela es producto,
finalmente, del valor escaso que le atribuyen los poderes sociales."
(Pérez Tornero, 2000)
Pero, ¿qué tendencias del cambio asociado
a las TIC se imponen realmente? Claudio Dondi afirma que existen
tres tendencias principales, que en ocasiones convergen y en otras
divergen:
"1. Un movimiento hacia la
desinstitucionalización y “comercialización”
de la educación y la formación, según el cual las organizaciones
convencionales de educación y formación no dan suficiente apoyo
y mediación a una mayor autonomía de los estudiantes para elegir
y optar entre una amplia pluralidad de oportunidades educativas.
2. [Desde los procesos de innovación dentro de la educación] (...)
la filosofía del aprendizaje a lo largo de la vida,
incluyendo un mayor grado de integración entre los distintos
subsistemas de educación y formación, la autonomía de los estudiantes
y el cambio de enfoques centrados en la enseñanza hacia enfoques
centrados en el aprendizaje, también gracias a las TIC, la introducción
de elementos de flexibilidad y de calidad basados en un nivel
más elevado de respuesta a los cambios y necesidades de la economía
y la sociedad.
3. Además de estas dos fuerzas divergentes del cambio, que tienen
en común – entre otras cosas – un mayor papel de los estudiantes
individuales, debemos considerar la poderosa fuerza de la inercia
de los sistemas de educación y formación, que con frecuencia
han absorbido algunas innovaciones tecnológicas en el pasado sin
cambiar substancialmente su modo de trabajar, inhibiendo de este
modo las dos anteriores fuerzas del cambio.
En términos generales, actualmente lo que caracteriza a los sistemas
de educación y formación es una combinación de estas tres fuerzas,
pero en cada segmento de la educación y la formación pueden darse
diferentes evoluciones según sea la fuerza `dominante´."
(Dondi, 2002)
Anotemos que la primera tendencia nos parece sumamente peligrosa,
pero estamos de acuerdo en su existencia real. Ahora bien, no
todos los cuestiones clave están en relación con las TIC. Para
Juana Mª Sancho, el desencuentro escolar que tiene lugar entre alumnado, escuelas y
profesorado, parece estar en relación con las siguientes claves
(Sancho, 2001):
·
"la equidad"
·
"el sentido" (visión
positiva del entorno y su papel en él, en un mundo injusto y desigual)
·
"el significado" (interés,
comprensión)
·
"la perspectiva" ("saber
hacia dónde se dirigen sus miradas" (Sancho, 2001,
p. 65)
Y concluye: "En síntesis, el mayor desafío
de repensar el significado y las metas de la educación en el mundo
actual y el venidero, consiste en buscar un espacio físico, organizativo
y simbólico donde todos los individuos encuentren un lugar para
aprender" (Sancho, 2001, p. 66).
En la educación, las TIC no lo son todo,
ni tampoco pueden despreciarse. Como afirma Julio Cabero, las
nuevas tecnologías no tienen por qué sustituir a otras más tradicionales,
sino que pueden completarlas: un ejemplo "es el de aquellos
medios, cuya base son el lenguaje abstracto como el verbal, que
si los medios audiovisuales tendieron a reemplazarlos, las NT
tienden a revitalizarlos" (Cabero, 1996). Pero también
puede haber cambios cualitativos trascendentes, en virtud de
las nuevas posibilidades que se abren:
"las NT, tienden a romper
el aula como conjunto arquitectónico y cultural estable. El alumno
puede interaccionar con otros compañeros y profesores que no tienen
por que estar situados en su mismos contexto arquitectónico.
No podemos olvidar que frente a los modelos tradicionales de comunicación
que se dan en nuestra cultura escolar: profesor-alumno, alumno-profesor,
alumno- alumno, medio-alumno; algunas de las NT generan una nueva
posibilidad: alumno- medio-alumno. O dicho en otros términos,
la interacción entre los estudiantes de diferentes contextos culturales
y físicos se produce gracias a un medio que hace de elemento intermedio,
como por ejemplo en el correo electrónico."
(Cabero, 1996)
Javier Echeverría, a partir de su caracterización
de las propiedades del `tercer entorno´, afirma respecto a la
escuela (las mismas propiedades serían aplicables a otros elementos
de la realidad social):
"Una escuela en el segundo
entorno [el entorno urbano], por ejemplo, será proximal, recintual,
presencial, sincrónica, analógica, monolingüe (o monocultural),
nacional, etc. En cambio, una escuela en tercer entorno será distal,
reticular, representacional, asincrónica, digital, multilingüe
(o multicultural), transnacional, etc."
(Echeverría, 1999, p. 146).
Las nuevas posibilidades vendrán dadas, según el autor, por la
combinación de todas esas notas diferenciadas, no por una de ellas
solamente. La emergencia del `tercer entorno´
obliga a implantar, según Echevarría, un nuevo sistema educativo
en él: "porque posibilita nuevos procesos de aprendizaje
y transmisión del conocimiento a través de las redes telemáticas",
"porque para ser activo en el nuevo espacio social se requieren
nuevos conocimientos y destrezas que habrán de ser aprendidos
en los procesos educativos" y "porque adaptar la escuela,
la universidad y la formación al nuevo espacio social requiere
crear un nuevo sistema de centros educativos, a distancia y en
red, así como nuevos escenarios, instrumentos y métodos para los
procesos educativos" (Echeverría, 2000a):
"El nuevo espacio social tiene
una estructura propia, a la que es preciso adaptarse. El espacio
telemático, cuyo mejor exponente actual es la red Internet, no
es presencial, sino representacional, no es proximal, sino distal,
no es sincrónico, sino multicrónico, y no se basa en recintos
espaciales con interior, frontera y exterior, sino que depende
de redes electrónicas cuyos nodos de interacción pueden estar
diseminados por diversos países. De estas y otras propiedades
se derivan cambios importantes para las interrelaciones entre
los seres humanos, y en particular para los procesos educativos."
(Echeverría, 2000a)
Se trata de un nuevo espacio social, no sólo de un medio de información
y comunicación,
"porque las actividades sociales
más importantes pueden desarrollarse en las redes, no sólo en
los campos, casas, oficinas o fábricas (...)La componente emocional
del tercer entorno es imprescindible para que los procesos educativos
puedan desarrollarse en el nuevo espacio social, porque el aprendizaje
tiene indudables factores emocionales y no se limita a ser una
transmisión fría de conocimientos"
(Echeverría, 2000a)
Por esta razón cabría afirmar incluso "que lo más urgente
es aprender a intervenir en el tercer entorno, más que a buscar
información" (...) La hipótesis de los tres entornos implica
la irrupción de un nuevo ámbito social en el que hay que saber
moverse y actuar" (Echeverría, 2000a). Así, Plantea, consecuentemente,
una serie de acciones educativas en el `tercer entorno´ (Echeverría,
1999; 2000a; 2000b): programas televisivos diseñados por personas
expertas en pedagogía, en las disciplinas y en diseño gráfico
que formen parte de lo escolar, tanto sean vistos en la escuela
como en casa; crear redes telemáticas educativas; construir sitios
electrónicos específicos para cada nivel y materia... y, en general,
"se requiere toda una política teleducativa, y no sólo una
política educativa" (Echeverría, 2000a).
Nos parece que, en su afán por emular la realidad del `segundo
entorno´ en el nuevo entorno electrónico, se peca de una visión
de la educación en parte aislada del resto de la realidad social:
aunque en el `tercer entorno´ todo es conexión y apertura, se
tiende a crear una esfera educativa diferenciada del resto de
la realidad: "Las redes educativas telemáticas han de ser
Internets cerradas y protegidas, con acceso restringido,
como lo son los centros escolares actuales" (Echeverría,
2001, p. 204). Todo ello dejando al margen la necesidad de mayores
referencias a la realidad sociopolítica que está `debajo´ y `encima´
de la vida electrónica. Sí que estamos de acuerdo, sin embargo,
en su insistencia en la consideración del `tercer
entorno´ como espacio social, como espacio de acción vital (sin
que tenga que sustituir a otros). En este sentido, realiza una
crítica a los supuestos habituales que subyacen a los planes de
implementación del aprendizaje electrónico, como es el caso del
plan europeo de e-learning (Echeverría, 2001),
al que cuestiona que a) identifica a Internet con el espacio electrónico
(que es más amplio: incluye el CD-Rom, el ordenador desconectado...);
y b) se considera que la cultura digital "está ahí, en la
red, en Internet, y hay que acceder a ella, en lugar de concebirla
como una nueva forma de acción", siendo lo más importante
"desarrollar las `capacidades de acción´ de los ciudadanos
en el espacio electrónico" (Echeverría, 2001, p. 207) más
allá de la metáfora subayacente de la gran mediateca universal.
En la psicología histórico-cultual se fundamentan algunas visiones
sobre las TIC en la educación, entre otras razones, porque en
este enfoque la mediación instrumental se considera un aspecto
clave (Bosco, 2002a; Bautista, 1994). En este sentido, Antonio
Bautista nos ofrece una buena síntesis en el siguiente texto alrededor
de la mediación, la cultura y la tecnología:
"[Una de las consideraciones
básicas en el enfoque histórico-cultural] es que los procesos
cognitivos implican la existencia de herramientas mediadoras para
pensar. Para Vygotski la mediación era uno de los criterios que
permitían distinguir las funciones psicológicas superiores de
las elementales. Hace referencia al uso de herramientas que pueden
ser utilizadas para controlar la propia actividad y la de los
demás. (...)
En este sentido,
Vygotski medía la historia sociocultural tomando como unidad de
referencia la aparición y evolución de herramientas psicológicas
mediadoras, expresando que el desarrollo de los seres humanos
está gobernado por las leyes.del desarrollo histórico de la sociedad
."
(Bautista, 1994, pp. 21-22)
Pero el uso de herramientas se da en la relación social, por
lo que este autor remarca que "más que el medio o herramienta en sí, son los contextos y el uso de los
recursos quienes determinan el efecto que éstos causan sobre el
pensamiento de quienes los utilizan" (Bautista, 1994, p. 25). Además, el proceso de `apropiación´,
según Leontiev, "es dialéctico, pues el propio alumno o cualquier
otro sujeto de la cultura puede modificar o asignar nuevas funciones
a las herramientas culturales, pudiendo quedar codificadas o inscritas
en ellas algunos de esos cambios" (Bautista, 1994,
p. 26).
"Creo que uno de los paradigmas
que hay que romper es aquel que señala que educación es aquello
que se da según lo cual el educador imparte educación y el educando
la recibe. (...). La educación pasa por la investigación, por
la búsqueda personal de esos conocimientos, su procesamiento,
su re-creación, ya no por la recepción de conocimientos, su memorización
y su almacenamiento. Para el sector de la educación la ruptura
de ese paradigma provoca todavía mucho rechazo, porque el educador
pierde su condición de Dios Padre que baja la palabra divina,
para convertirse en un orientador en el mundo de la investigación.
Es un rol diferente, implica otro tipo de poder y nuevos aprendizajes."
(Finquelievich, 2002)
Estas palabras de Susana Finquelievich reflejan una de las opiniones
más extendidas sobre los cambios que las nuevos modos de acceso
a la información imponen. De todas formas, la educación no consiste
sólo en el procesamiento de información, e incluso el uso que
se hace de ella depende del contexto de relaciones sociales en
el que cada cual actúa: como dice Alfons Cornella: “Un `espacio
digital´ (un conjunto de información y de instrumentos tecnológicos
de intercambio) no es nada si no va acompañado de un `espacio
social´ (una serie de mecanismos de motivación, incentivación
y reconocimiento que estimulen a las personas a hacer uso del
espacio digital)” (citado por Prats, 2002, p. 8). Y además, será
necesario el replanteamiento crítico de la propia institución
escolar, de sus funciones y de su forma de cumplirlas. José Manuel
Pérez Tornero, por ejemplo, dice que la escuela en la sociedad
de la información debe apostar por la renovación profunda de su
funcionamiento en varios sentidos (Pérez Tornero, 2000): convertir
el centro escolar en un espacios de exploración, de descubrimiento
y de invención, crear nuevas comunidades educativas apoyándose
en las nuevas tecnologías, apostar por la implicación de las escuelas
en el mundo práctico, atender adecuadamente la alfabetización
y renovación tecnológica... y todo ello mediante la participación
de la comunidad social. Jesús Domingo aporta, en algunos de estos
sentidos, varias concreciones en cuanto al diseño del centro educativo,
junto a otros centros de recursos, como espacio multiuso e imbricado
en el entorno cercano, a la vez que ejerciendo de nodo de contacto
con el espacio electrónico global (Domingo, 2000).
Óscar Picardo llega a hablar de una nueva
pedagogía, a la que llama `pedagogía informacional´ (Picardo,
2002). No tenemos claro que las nuevas realidades reclamen un
nuevo nombre para la opción educativa, pues además de tener en
cuenta las nuevas condiciones culturales y tecnológicas, sigue
siendo igual de importante que siempre la opción ideológico-política
que se adopte. Aunque el autor se refiere a Freire como base para
sus propuestas, el eje de ellas gira en torno a la llamada `sociedad
de la información´: dice que al igual que Freire defendió una
alfabetización tradicional para toma conciencia de la propia vida
y de la realidad, hoy "tenemos la imperiosa necesidad
de tomar conciencia de las coordenadas de la sociedad del conocimiento,
y además la tarea de crear, administrar, seleccionar, procesar
y difundir información, como una herramienta fundamental para
el desarrollo educativo" (Picardo, 2002):
"Desde esta perspectiva, un
macro-supuesto de la "pedagogía informacional" radica,
en que, los verdaderos rendimientos educativos para responder
a las exigencias de aprender para toda la vida implican el uso
de la información en todas sus dimensiones: acceso, análisis,
interpretación, evaluación, producción, etc. (...)
La "pedagogía informacional" por su propia conceptualización
está íntimamente relacionada a las Tecnologías de la Información
y las Comunicaciones (TIC); en efecto, tal como lo señala Berta
Sola Valdés "el impacto de las nuevas tecnologías en el área
de la información y la comunicación nos lleva a reflexionar sobre
los métodos y procesos educativos…el potencial que ofrece internet
para la educación es enorme si tomamos en cuenta que para el sistema
educativo lo más importante es la información y el conocimiento".
(...)
(Picardo, 2002)
Picardo detalla las incidencias de la Pedagogía Informacional
en los grandes bloques que comprenden lo educacional: Curriculum;
Escuela; Docente; Estudiante; Evaluación; Didáctica; y el Entorno.
Entresacamos algunas de sus propuestas referidas a la Escuela,
dado que nos interesa especialmente su concepción como lugar en
el que también se recrea y se produce la información para interactuar
con el entorno exterior:
"Escuela: ¿Cómo concebir
el centro escolar ante la pedagogía informacional?; ante todo,
como una "comunidad de aprendizaje" –o en aprendizaje-,
es decir organizada en equipos de trabajo, que permitan administrar
y mediar la sobrecarga de información existente, no sólo a nivel
de ciencia, sino toda la información que puede generar un valor
agregado en el proceso de enseñanza aprendizaje. (...)
[Aunque] no se trata solamente de recibir y administrar información,
sino también de crear o producir nueva información como principal
producto del quehacer educativo local; dicho de otro modo, "interactuar"
informacionalmente con el entorno, con las fuentes documentales,
con las ciencias, y con los medios de información, en una relación
dialógica, que implique recibir y producir información, lo que
exigirá crear en la escuela una "info-estructura", o
una plataforma informacional. (...).
(Picardo, 2002)
La `sociedad informacional´ no sólo significa
una revalorización del conocimiento y un uso intensivo de las
TIC: también genera un aumento de las desigualdades sociales,
si no existe una intervención decidida para atajarlo. Francisco
J. Díez Palomar y Iolanda Tortajada (CREA), hablad dos dualizaciones,
la social y la educativa. La dualización social es debida
"a la fragmentación del mercado laboral y al reparto desigual
del trabajo entre la población potencialmente activa" (Díez
Palomar y Tortajada, 1999), existiendo una segmento poblacional
de alta cualificación y otro segmento inferior de baja cualificación
caracterizado por la inestabilidad laboral y la amenaza de exclusión
social. Con esta dualización social se relaciona la dualización
educativa:
"Al ser el conocimiento el
elemento central del nuevo tipo de sociedad, la educación se erige
en el factor más importante. Se alarga la escolarización obligatoria
y media de la población. Las personas acceden a tramos de la enseñanza
antes reservados a las élites sociales y culturales del país.
Sin embargo, aún existen barreras de acceso a los estudios que
impiden a las personas que no poseen las credenciales necesarias
seguir los cursos de formación que les interesan.En la Sociedad Informacional
la dualización educativa se entiende en términos mertonianos:
quien ha pasado más tiempo en las aulas (o siguiendo un cursos
de formación) tiene más oportunidades que aquellas personas que
no han podido seguir una trayectoria académica. Esto es lo que
Robert K. Merton denomina `efecto Mateo´"
(Díez Palomar y Tortajada, 1999)
Si nos referimos más en concreto a las TIC, será necesario tener
en cuenta que, dejadas a las fuerzas el mercado, como señala Jordi
Adell, acrecientan las diferencias sociales (Adell, 1997), por
lo que la educación y los poderes públicos tienen un imprescindible
papel que jugar:
"La educación en la sociedad
de la información ha de ser un factor de igualdad social y de
desarrollo personal, un derecho básico y no únicamente un producto
de mercado. Los grupos de alto riesgo en términos informacionales,
los infoparias, han de ser objeto de acciones positivas por parte
de los poderes públicos. Debe evitarse que las nuevas tecnologías
acrecienten las diferencias sociales existentes o creen sus propios
marginados. ¿Están nuestras centros educativos preparados para
afrontar la parte que les corresponde de este desafío? ¿Estamos
formando niños y jóvenes para el futuro?"
(Adell, 1997)
Según Manuel Castells (Castells, 2001b), los estudios, aunque
no concluyentes, parecen indicar que el ambiente cultural familiar
de los niños y niñas más desfavorecidos dificulta la capacidad
de procesamiento de la información, en un contexto donde esta
capacidad resulta crucial:
"Las diferencias en la capacidad
de aprendizaje, en similares condiciones intelectuales y emocionales,
guardan relación con el nivel cultural y educativo de la familia.
Si se confirmaran dichas tendencias y, en ausencia de las adecuadas
medidas correctoras, el uso de Internet, tanto en la escuela
como en el ámbito profesional, podría contribuir a que crecieran
las diferencias sociales basadas en la clase social, la educación,
el género y el origen étnico. Esta podría constituir la dimensión
más importante de la divisoria digital que está emergiendo en
los albores de la era Internet."
(Castells, 2001b, p. 288)
Así, el círculo tendería a cerrarse: si las
nuevas tecnologías dualizan socialmente, la escuela, si no interviene
decididamente, ayudaría a reproducir tal desigualdad al dificultar
el acceso al conocimiento de los sectores situados en los amplios
márgenes de la `sociedad informacional´. Será necesario, en definitiva,
tanto luchar por una sociedad más igualitaria en el contexto sociopolítico
como trabajar contra la dualización educativa en la escuela, uno
de cuyos componentes es un acceso al conocimiento que aproveche
o no las nuevas tecnologías y sus modos de funcionamiento.
En relación a las desigualdades de género,
Begoña Gros destaca el hecho de
que a informática comenzó de forma inadecuada para las mujeres:
un solo tipo de programación como correcto, críptico y duro, "y
un lenguaje que más bien desmotivaba; había que "matar",
"violar" y "abortar" el sistema" (Gros,
2000, p. 90). Cuenta Gros que en los orígenes (descodificación
de señales en el Royal Naval Service, durante la Segunda Guerra
mundial) la mayoría de programadores/as eran mujeres, e incluso
en las décadas de los 60 y 70, el porcentaje era elevado: se
consideraba un trabajo bastante mecánico. Coincide luego su revalorización
con el hecho del dominio masculino. Aunque sigue existiendo una
mayoría de juegos para ordenador (y máquinas de juego) competitivos
y en muchos casos violentos que no atraen en general a las mujeres,
se han producido en los años recientes cambios significativos;
dice Turkle:
"En la medida en que una cultura
emergente de la simulación se asocia cada vez más con formas de
pensamiento negociativas y no jerárquicas, se ha creado espacio
para personas con una amplia gama de estilos cognitivos y emocionales.
En particular las mujeres han llegado a sentir que los ordenadores
son culturalmente más aceptables"
(texto citado por Gros, 2000, p.90)
Ana Alario y Rocío Anguita realizan un análisis más amplio de
la relación entre mujeres e informática, constatando que las cifras
más recientes, aunque tienden a reducirse las diferencias, siguen
señalando que hay más usuarios varones de Internet que mujeres
en el año 2000: 2 a 1 en España, aunque casi igualados en EEUU
(Alario y Anguita, 2001). La interpretación de lo que está pasando
en las escuelas necesita ciertos matices: sí es cierto que las
mujeres parecen encontrarse con más barreras en el uso de la informática,
pero en las edades más bajas, no hay diferencias en el gusto por
los ordenadores:
"A pesar de lo dicho hasta
aquí, parece que en la escuela primaria no existen diferencias
entre chicos y chicas en el gusto por el uso y manejo de los ordenadores,
produciéndose más tarde esta clara diferenciación por sexos (Duru-Bellat).
No obstante, ello no quiere decir que niños y niñas jueguen y
trabajen con el ordenador de la misma forma o con las mismas perspectivas.
Ante el desafío que plantea dominar una máquina, la actitud de
niños y niñas es bien diferente (Terlon). Mientras que para los
chicos se trata de dominar al ordenador, vivéndolo como un desafío
que hay que afrontar y tienden a ser seducidos por la tecnología
como tal, las chicas, ante un desafío del ordenador, abandonan
porque la máquina no quiere cooperar y trabajar en grupo, de forma
no competitiva. Para las chicas la informática está asociada a
características negativas [imagen intelectual de persona absorbida
por sus estudios, solitaria...]
(Alario y Anguita, 2001, p. 232)
Además, existirían diferencias en la forma de actuar en situaciones
de aprendizaje en que se utilizan ordenadores: las chicas tienden
a desarrollar estrategias de trabajo en grupo y de colaboración,
frente a estrategias más individuales de los chicos, y ello "tiene
como consecuencia el que si hay una chica en un grupo que sabe
manejar la máquina el resto del grupo se beneficiará de sus conocimientos
y los aprenderá en entornos de trabajo seguros y con poco riesgo
frente a la norma del grupo masculino, lo cual es especialmente
beneficioso para las chicas (Anguita y Ordax)." (Alario y
Anguita, 2001, p. 232). Esto nos tiene que hacer pensar en la
variable género cuando se trata de grupos mixtos: existe el peligro
de que, ayudados además por los estereotipos de género sobre la
valía frente a los ordenadores, sean algunos chicos quienes acaparen
el uso de las máquinas.
No hemos de olvidar que la socialización informal previa y simultánea
explica que las expectativas y autoexpectativas de cada género
respecto a su validez en el uso de las TIC (la máquina de juegos
electrónicos más usual se llama curiosamente GameBoy, por
ejemplo) sean desiguales, y que, además, en el contexto escolar
muchas veces los ordenadores son abordados por el profesorado
de informática o de matemáticas (hombres generalmente) y con esquemas
de acercamiento que suelen encajar más en las modos masculinos.
Sin embargo, estas mismas autoras, al igual que lo hacía Gros,
señalan que la evolución más reciente de las TIC contribuye a
una situación más positiva. Por ejemplo, con respecto a la extensión
de Internet, la realidad virtual, la comunicación en línea...:
"Para la antropóloga Ana Valdés
la red cambia el tipo de pensamiento lineal de corte masculino
dominante hasta el momento por un pensamiento de tipo asociativo,
con el cual se pueden pensar muchas cosas a la vez y se salta
de un sitio a otro a través de los enlaces del hipertexto. Este
tipo de pensamiento es más propios de las mujeres y es por ello
que, para esta autora, Internet ofrece muchas posibilidades a
las mujeres, sólo hay que hacerles ver que es fácil y útil."
(Alario y Anguita, 2001, p. 226)
"Dentro del campo de la informática
se abren nuevas posibilidades y situaciones con la extensión de
Internet y la comunicación en línea donde las niñas podrían tener
una situación más igualitaria (Dumett, Terlon):
- Aparecen nuevos juegos no lineales y con múltiples soluciones
que seducen más a las niñas.
- Implementaciones de realidad virtual donde niños y niñas entran
fácilmente en esas situaciones.
- Acceso temáticos en Internet donde el tono de los intercambios
es de menor agresividad frente a las mujeres: Los chats abren
la posibilidad a las chicas de hacer amigas en base a lo que dicen,
piensan o sienten y no en base a su apariencia personal."
(Alario y Anguita, 2001, p. 238)