El "trabajo en red" de
los colectivos sociales
José Emiliano Ibáñez
Intervención en nombre de RedCyL en el Encuentro
de colectivos sociales de Castilla y León (Amayuelas
de Abajo -Palencia-, 17 y 18 de octubre 2003)
Como dice Manuel Castells, la red es la forma de organización
más habitual de la actividad humana a pequeña escala, pero Internet
ha hecho posible la coordinación del trabajo en red a gran escala
sustituyendo a las cadenas de mando centralizadas. Podemos añadir
que los movimientos sociales trabajan siempre en red informalmente
y en los entornos localesl, y que gracias al uso crítico y creativo
de Internet, estos colectivos sociales están consiguiendo un
tipo de coordinación diferente a la que ha existido hasta ahora,
mezclando de nuevas maneras los planos locales y globales (internacionales).
El trabajo en red no supone coordinación total, pero se supera
el aislacionismo; es posible la especialización, pero buscando
la colaboración y la relación; la red permite la permanencia y
la flexibilidad, el aprovechamiento de los recursos existentes
y la creación y adaptación de otros; ... y, sobre todo, es posible
la coordinación, pero sin jerarquización, sin excesiva pérdida
de tiempo, sin uniformidad o paralización.
Los colectivos sociales, al trabajar en red, están favoreciendo
la integración (sin asimilación ni disolución): entre temas,
entre enfoques distintos, entre lo virtual y lo presencial, entre
personas y colectivos, entre generaciones, entre lo local y lo
global, entre lo formal y lo informal
Tal como señalan Antonio Moreno y Fernando de la Riva, el trabajo
en red supone una forma de trabajar dentro de las propias organizaciones,
así como la relación y cooperación entre ellas, destacándose principios
como los de horizontalidad, sinergia (complementariedad-unión
de fuerzas), autonomía, pertenencia participativa (la pertenencia
se expresa en la participación activa, en la implicación), compromiso,
etc. En el trabajo en red de los colectivos sociales, por tanto,
resultan claves ideas como el que tod@s ganan, pero
también el que tod@s ponen, o el que tod@s participan
y tod@s lideran (de formas diferentes).
Pero no olvidemos que existen tanto la red formal como la informal.
En una red formal existe una coordinación explícita, una
toma de decisiones, unas responsabilidades concretas y una estructura
organizativa concreta, aunque su forma de trabajo no sea exactamente
la de una coordinadora clásica. En la red informal, cada
colectivo y cada persona participa o no en cada momento concreto,
y en la forma en que en ese momento considera conveniente. La red
informal “decide” sin tomar decisiones explícitas, pues se va definiendo
una dirección u otra según la participación constante de sus integrantes
(si alguien se empeña en una dirección, pero casi nadie la sigue,
la red ha optado en la práctica y de forma continua, sin que se
haya tomado una decisión explícita). El trabajo en red puede
incluir los dos tipos de redes, que pueden considerarse complementarias:
es más, las redes informales, si quieren mantenerse en el tiempo
buscando objetivos no puntuales, tienen que apoyarse en ciertas
redes organizadas, y, por el contrario, si las redes organizadas
no quieren quedarse en estructuras cerradas y/o burocráticas,
necesitan estar enlazadas en redes informales abiertas y significativas.
No queremos decir que el trabajo en red no tenga sus particulares
problemas. Por ejemplo, al decir “trabajo en red” no podemos
olvidar que en sí no supone acción transformadora, ni tiene necesariamente
un carácter crítico, sino que ello dependerá dela intención
que hay detrás, así como de su puesta en práctica. También
hemos dejado claro que algún tipo de estructura organizativa es
necesaria, aunque ésta pueda ser más flexible, dinámica y participativa
que en otros formatos más burocráticos o centralizados. Finalmente,
la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación potencia
las posibilidades del trabajo en red si se integra con la actividad
“real” y con el contacto presencial, pero deriva en la creación
en lo puramente virtual si no es así, y en la especialización en
el activismo cibernético como algo separado del mundo corpóreo.
Otros peligros, no menos importantes, tienen que ver con la posibilidad
de que se diluya lo que cada colectivo hace y es en el conjunto
de la red, o con el cansancio que genera el sumar más trabajo al
que ya tiene cada colectivo y persona. Y todo ello, sin olvidar
que Internet, instrumento para el trabajo en red, presenta importantes
limitaciones: acceso restringido, desigualdad social, posible individualismo,
falta de presencialidad y contacto personal, etc. (al lado de importantes
oportunidades en relación con coordinación interna,
la difusión de contenidos, las posibilidades de participación...).
Una propuesta central: que los colectivos sociales actúen como
`nodos principales´ de las redes de acciones transformadoras.
Ello evitaría una excesiva difuminación o individualización del
trabajo en red, así como su posible falta de objetivos transformadores,
pero también superaría el hacer parcelado y desconectado de los
múltiples colectivos sociales existentes. En el trabajo en red,
por otro lado, se puede buscar el máximo de colaboración y de
apoyo mutuo con el mínimo de burocracia y centralización: desde
la autonomía, pero con la intención decidida del apoyo mutuo.
...el trabajo en red, tal como lo vamos
practicando, nos va dejando claro que existen hilos comunes con
los que ir tejiendo redes para la participación crítica y para
la acción y la cultura transformadora...
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