La psicología histórico-cultural: cultura,
actividad y aprendizaje
1. Cultura, desarrollo psicológico y aprendizaje 1
a) Introducción. La zona de desarrollo próximo.
1
c) Actividad social y `teoría de la actividad´
5
d) Cultura y contexto 6
2. Las implicaciones educativas
8
a) Puntos de partida y aproximaciones
8
b) Algunas propuestas desde la psicología histórico-cultural 11
Por la importancia concedida al medio humano (la
cultura) en la que se desarrolla una persona, así como por el
decisivo papel que se otorga a la actividad social real y con
sentido (el contexto concreto en el que se desarrolla el aprendizaje,
en el que se da la representación y la acción, y en el que lo
intelectual está relacionado con lo afectivo), el enfoque histórico-cultural
constituye un sólido referente para la educación que defendemos.
Vygotski, por ejemplo, es una buena base para defender el enriquecimiento
del contexto, frente a la adaptación educativa a un
contexto ya existente (Ayuste et al., 1994). También permite establecer
unos puntos de partida que apoyan la necesidad de cambiar los
enfoques escolares más habituales, al incardinar el aprendizaje
en un contexto social-cultural, al proponer un concepto de `actividad´
mucho más profundo y rico de lo que a primera vista pueda pensarse,
al integrar los aspectos sociales, afectivos, intelectuales y
`prácticos´, etc.
El enfoque histórico-cultural en psicología (también conocido
como `sociocultural´ o `psicología cultural´) inaugurado por Lev
S. Vygotski concibe el desarrollo personal como una construcción
cultural, que se realiza a través de la socialización con adultos
de una determinada cultura mediante la realización de actividades
sociales compartidas. Para Vykotski "el hecho humano se produce
gracias a la actividad conjunta y se perpetúa y garantiza
mediante el proceso social de la educación, entendida ésta en
un sentido amplio y no sólo según los modelos escolares de la
historia más reciente” (Álvarez y Del Río, 1990a, p. 94).
Se invierte la tradicional relación que se suele
establecer entre desarrollo y aprendizaje: Vygotski afirma
que “el proceso de desarrollo sigue al de aprendizaje, que crea
el área de desarrollo potencial” (Citado en Álvarez y Del
Río, 1990a, p. 109), con ayuda de la mediación social e instrumental;
la `zona de desarrollo próximo o potencial´ es así el área
en el que puede darse el aprendizaje en interacción social con
otras personas más expertas, o, dicho de otra manera, aquello
que un aprendiz no puede hacer solo pero sí con ayuda de otras
personas. Vygotski define así la zona de desarrollo próximo, concepto
fundamental en su teoría:
[la zona de desarrollo próximo] "No es otra
cosa que la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado
por la capacidad de resolver independientemente un problema, y
el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución
de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con
otro compañero más capaz"
(Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 133)
Se trata de un proceso de
apropiación de herramientas y de desarrollo de estructuras mentales,
algo mucho más profundo que una simple transmisión de conocimientos
concretos de la persona experta a la aprendiz. En palabras de
Amelia Álvarez y Pablo del Río (máximos representantes de este
enfoque en España):
"Este proceso de mediación
gestionado por el adulto u otras personas permite que el niño
disfrute de una conciencia im-propia, de una memoria, una atención,
unas categorías, una inteligencia, prestadas por el adulto,
que suplementan y conforman paulatinamente su visión del mundo
y construyen poco a poco su mente, que será así, durante bastante
tiempo, una mente social que funciona en el exterior y con
apoyos instrumentales y sociales externos. (...) [Posteriormente]
esas funciones superiores van interiorizándose y conformando la
mente del niño. (...) conviene señalar que el mecanismo de ayuda
social, simétrico al de incapacidad individual, se constituyen
en el paradigma central del hecho humano."
(Álvarez y Del Río, 1990a, p. 99)
En un texto fundamental como es "El desarrollo de los procesos
psicológicos superiores", Vygotski establece el origen social
de las que llama funciones psicológicas superiores, convirtiéndose
esta idea en uno de los postulados nucleares del enfoque histórico-cultural:
"el aprendizaje humano presupone una naturaleza social
específica y un proceso, mediante el cual los niños acceden a
la vida intelectual de aquellos que les rodean." (Vygotski,
1989, o.1930-34, p. 136).En el mismo sentido, Vygotski afirma:
"En el desarrollo cultural
del niño, toda función aparece dos veces: primero a nivel social,
y más tarde, a nivel individual; primero entre personas
(interpsicológica), y después, en el interior del
propio niño (intrapsicológica). (...) Todas las funciones
superiores se originan como relaciones entre seres humanos."
(Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 94)
[ley evolutiva general para las
funciones psicológicas superiores] "Nosotros postulamos que
lo que crea la zona de desarrollo próximo es un rasgo esencial
del aprendizaje; es decir, el aprendizaje despierta una serie
de procesos evolutivos internos capaces de operar sólo cuando
el niño está en interacción con las personas de su entorno y en
cooperación de algún semejante. Una vez se han internalizado estos
procesos, se convierten en parte de los logros evolutivos independientes
del niño."
(Vygotski, 1989, o.1930-34, pp. 138-139)
Así, se reconsidera radicalmente la relación entre desarrollo
y aprendizaje:
"Desde este punto de vista,
aprendizaje no equivale a desarrollo; no obstante, el aprendizaje
organizado se convierte en desarrollo mental y pone en marcha
una serie de procesos evolutivos que no podrían darse al margen
del aprendizaje. Así pues, el aprendizaje es un aspecto universal
y necesario del proceso de desarrollo culturalmente organizado
y específicamente humano de las funciones psicológicas.
(....) el proceso evolutivo va a remolque del proceso de aprendizaje;
esta secuencia es lo que se convierte en la zona de desarrollo
próximo."
(Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 139)
El acceso a los procesos superiores tiene lugar gracias a la
combinación de herramienta y signo en la actividad psicológica,
haciendo posible la mediación instrumental: "El uso
de medios artificiales, la transición a la actividad mediata,
cambia fundamentalmente todas las funciones psicológicas, al tiempo
que el uso de herramientas ensancha de modo ilimitado las serie
de actividades dentro de las que operan las nuevas funciones psicológicas"
(Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 92). Así, signo y herramienta resultan
imprescindibles para el desarrollo de la misma condición humana
y su analogía básica descansa "en la función mediadora que
caracteriza a ambas" (Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 89).
Resulta claro que, para Vygotski, el lenguaje y el pensamiento
no pueden disociarse estrictamente entre sí, ni tampoco de la
misma `naturaleza´ humana (que es `cultural´, asentada sobre las
características biológicas). En la obra que titula significativamente
Pensamiento y lenguaje, Vygotski afirma:
"El pensamiento y el habla
resultan ser la clave para comprender la naturaleza de la conciencia
humana.
Si el lenguaje es tan viejo como la conciencia misma, si el lenguaje
es una conciencia práctica para los demás y, por consiguiente,
para uno mismo, entonces es toda la conciencia la que se conecta
con el desarrollo de la palabra, y no sólo un pensamiento particular."
(Vygotski, 1995, e.o. 1934, p. 229)
Ahora puede entenderse mejor por qué la denominación de `histórico-cultural´:
el desarrollo psicológico es posible individualmente gracias a
un desarrollo histórico previo, no está escrito en nuestra estructura
orgánica. Para Vygotsky, el proceso de desarrollo
histórico está conectado a nuevas formas de mediación: "En
los simios, tal punto crítico o de inflexión fue el uso de herramientas;
en los hombres primitivos, el trabajo y el uso de los signos simbólicos..."
(Bautista, 1994, p. 22). Como explica Antonio Bautista:
"Una de las ideas centrales
del enfoque histórico cultural es que los grupos humanos difieren
unos de otros porque intervienen y manipulan la naturaleza sin
ningún determinismo biológico o condicionamiento orgánico. (...)
A causa de los cambios históricos producidos en las actividades
organizadas socialmente, la naturaleza humana consiguiente no
se genera ni explica con categorías fijas que puedan ser aplicadas
de forma general, sino que más bien ha de hablarse de «categorías
cambiantes». Esto es así porque la entidad del hombre no puede
separarse de su vida mental y, sobre todo, de cómo se ha producido
históricamente.
(...) [Existe una evolución] Por ejemplo, las herramientas manuales
preceden a las máquinas; los sistemas numéricos fueron antes que
el álgebra, etc. Estos movimientos fueron expresados bajo el
concepto de desarrollo histórico con el fin de distinguirlos
del de cambio histórico, y su reflejo en la vida mental humana
es expresado como desarrollo mental."
(Bautista, 1994, pp. 20-21)
El origen de la psicología de Vygotski se encuentra en los planteamientos
filosóficos de Marx, quien pensaba, siguiendo a Hegel, que en
la `actividad humana práctica´ "se podía reemplazar
la dualidad de materialismo frente a idealismo, porque en la actividad
es donde las personas experimentan el residuo ideal/material de
la actividad de generaciones anteriores" (Cole, 1999, p.
108). Así,
"Vygotsky parte del papel
central que Marx y Rubinstein atribuyen a la actividad: para Marx
la conciencia no surge pasivamente del impacto de los objetos
en el sujeto, sino de la actividad del sujeto, concebido como
agente, sobre aquéllos; para Rubinstein los procesos mentales
no sólo y simplemente se manifiestan a través de la actividad,
sino que se forman a través de ella."
(Álvarez y Del Río, 1990a, p. 102)
Según afirma James V. Wertsch, un principio marxista fundamental
es que las instituciones sociales cambian históricamente, y, "como
consecuencia, las correlaciones psicológicas de las instituciones
sociales también son contempladas como históricamente específicas"
por Leontiev, estando de acuerdo "con el deseo de Vygotsky
de incorporar en su enfoque la historia social como un dominio
genético" (Wertsch, 1988, p. 219).
Vayamos entonces al pensamiento de Marx. Como comenta Umberto
Cerroni (Cerroni, 1980) respecto a la primera de las "Tesis
sobre Feuerbach", Marx pretendía superar
la separación objeto y sujeto: el objeto es resultado
de la actividad del sujeto de la praxis. Se distingue así
del materialismo anterior, que consideraba al objeto algo aparte
de la actividad humana, pero también del idealismo, que ponía
de relieve el aspecto activo del conocer, pero no lo concecbía
como actividad humana sensible, como praxis: "La clave
de la solución entre sujeto y objeto reside, tal
y como indicó Marx, en la función de la praxis, de la práctica
creadora y transformadora". (Cerroni, 1980, p 128). En palabras
del propio Marx:
"El defecto fundamental de
todo el materialismo anterior -incluyendo el de Feuerbach- es
que sólo concibe el objeto 47, la realidad, la sensoriedad,
bajo la forma de objeto 48 o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, como práctica, no
de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo
fuese desarrollado por el idealismo, por oposición
al materialismo, pero sólo de un modo abstracto, ya que el idealismo,
naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal."
(Marx, 1980, o. 1845,
p. 128)
Llegados aquí, podemos recoger las características principales
de la psicología cultural, en la síntesis que realiza Michael
Cole, uno de sus principales representantes:
"- Subraya la acción mediada
en un contexto.
- Insiste en la importancia del `método genético´ entendido ampliamente
para incluir los niveles histórico, ontogenético y microgenético
de análisis.
- Trata de fundamentar su análisis en acontecimientos de la vida
diaria.
- Supone que la mente surge en la actividad mediada conjunta de las personas. La mente es, pues, en un sentido importante,
"co-construida" y distribuida.
- Supone que los individuos son agentes activos en su propio desarrollo;
pero no actúan en entornos enteramente de su propia elección.
- Rechaza la ciencia explicativa causa-efecto y estímulo-respuesta
en favor de una ciencia que haga hincapié en la naturaleza emergente
de la mente en actividad y que reconozca un papel central para
la interpretación en su marco explicativo.
- Recurre a metodologías de las humanidades, lo mismo que de las
ciencias sociales y biológicas."
(Cole, 1999, p. 103)
En toda la psicología histórico-cultural,
el concepto de `actividad´ resulta crucial y tiene un significado
propio: se trata, no de cualquier tipo de acción, sino de `actividad
social´, práctica y compartida; en ella hay intercambio simbólico
y utilización de herramientas culturales para la mediación. En
la actividad, así entendida, se encuentran las personas adultas
y las que no lo son, las personas expertas y las aprendizas. En
la actividad se produce la creación de sentido y en ella se integran
los aspectos prácticos, emocionales, relacionales y cognitivos.
El concepto de `sistemas de actividad´, tal como lo utilizan Álvarez
y Del Río (1990b), es aún más abarcador y resulta difícil de encontrar
en las sociedades modernas (donde toda la actividad está muy parcelada),
mientras se correspondería bien con actividades comunitarias y
de hogar-trabajo tradicionales.
A.S. Leontiev perfiló toda un estudio sistemático
en torno a la idea de la actividad, dando lugar a lo que se conoce
como `teoría de la actividad´, coherente con la idea de
formación material de la mente característica de la psicología
histórico-cultural (la actividad intelectual no está separada
de la actividad práctica):
"si retiráramos la actividad
humana del sistema de relaciones sociales y de la vida social,
no existiría ni tendría estructura alguna. Con sus diversas formas,
la actividad individual humana es un sistema en el sistema de
relaciones sociales. No existe sin tales relaciones. La forma
específica en la que existe está determinada por las formas y
los medios de interacción social material y mental creados por
el desarrollo de la producción"
(Leontiev, en Wertsch, 1988, p. 219)
¿En qué consiste la `teoría de la actividad´? Michael Cole lo
resume así:
"[Para Leontiev] Las actividades
se componen de acciones, que son sistemas de coordinación al servicio
de fines, que a su vez, representan pasos intermedios de cara
a satisfacer el motivo. Tal como él expresa,
`una actividad se lleva habitualmente a cabo mediante algún agregado
de acciones subordinadas a fines parciales, que es posible
distinguir del fin general´(Leontiev).
Las acciones, a su vez, se componen de operaciones, o medios por
los que se lleva a cabo un acción bajo constricciones específicas"
(Cole, 1984, p. 9)
James V. Wertsch esquematiza en tres los niveles de análisis
de la actividad: "Actividad – Motivo; Acción – Objetivo;
Operación – Condiciones" (Wertsch, 1988, p. 212).
Podemos recurrir al ejemplo que desarrollan Álvarez y Del Río
para entenderlo mejor:
"Así, por ejemplo, la actividad
de jugar un partido de baloncesto (motivo: ganar) supone la integración
de acciones, como marcar sin tocar al adversario (meta: no cometer
falta personal), puntuar el máximo en cada tiro (meta: tirar muchos
triples), etc.; cada una de estas acciones está compuesta de operaciones
específicas, de modo que la acción de tirar un triple implica
las operaciones de hacer un reverso para desmarcarse, saltar en
suspensión, apuntar y disparar, cada una de ellas sujeta a las
condiciones que la presencia de otros jugadores, el lugar en el
campo, etc., impliquen."
(Álvarez. y Del Río, 1990a, pp. 102-103)
Es fácil ver cómo una de las explicaciones
para las dificultades de `motivación´ y de aprendizaje real que
existen en las escuelas viene del hecho de que éstas se centran
en el nivel de las acciones y aún muchas veces de las operaciones,
sin que exista actividad, que es la que se relaciona con el motivo....:
una cosa es entrenar aisladamente una operación o una acción cuando
se ven formando parte de una actividad global (con un motivo)
y otra hacerlo una y otra vez con el motivo de satisfacer los
requerimientos académicos y con la posible utilidad (motivo) para
bastantes años después (al acabar la escolaridad).
Geertz citó la imagen de Max Weber de la humanidad como "un
animal suspendido en redes de significación que él mismo ha tejido",
y añadió: "Creo que esas redes son la cultura" (en Cole,
1999, p. 118). Si simplificamos la complejidad cultural en torno
a dos grandes modelos (Álvarez y Del Río, 2001), el orientado
a la comunidad y a la psique compartida (modelos tradicionales,
populares...), por un lado, y, por otro, el orientado al individualismo
(anglosajón moderno), "está claro que ambos modelos tienen
sus ventajas. (...). Lo que se gana con la individualización es
autonomía, lo que se pierde participación afectiva y cohesión
social" (Álvarez y Del Río, 2001, p. 15). Pero esta reducción
es demasiado simplificadora, puesto que cada cultura y cada psique
es diferente: "Todas las culturas expresan una gran mente
cultural distribuida; las culturas tradicionales tienen una distribución
más social, las culturas racionales tienen una distribución más
racional, más instrumental (y por tanto individual, desde el punto
de vista social) de la mente" (Álvarez y Del Río, 2001, p.
15). Sin embargo, podemos comentar que la simplificación resulta
útil para comprender al menos dos cosas:
·
la primera, que nos encontramos en un momento histórico
en el que la tendencia hacia la expansión del modelo individualista
(aunque nunca de forma pura) genera un aumento de los problemas
socioafectivos y de la cohesión social (junto a un aumento de
la libertad individual, aunque muchas veces superficial);
·
la segunda, que existen modelos culturales diferentes
al que hoy se presenta como exclusivo y como referente único para
la educación, y que esos modelos están `en uso´, explicando en
parte las dificultades escolares de muchos grupos sociales (y
no su menor `nivel´ cultural).
Pero la cultura no sólo se `recibe´, sino que es transformada
por las personas de esa cultura. Como afirma Bárbara Rogoff, "los
individuos transforman la cultura cuando se apropian de sus prácticas
y la transmiten a la siguiente generación y a las necesidades
de sus circunstancias específicas." (Rogoff, 1993, p. 251).
En la misma línea se había manifestado Jerome
Bruner, al afirmar (comentando cómo el lenguaje tiene una
función constitutiva en la creación de la realidad) la idea "de
que una cultura en sí comprende un texto ambiguo que necesita
ser interpretado constantemente por aquellos que participan en
ella" (Bruner, 1988, p. 128). Así, las personas participantes
tienen una función activa en la cultura:
"La implicación más general
es que una cultura se está recreando constantemente al ser interpretada
y renegociada por sus integrantes. Según esta perspectiva, una
cultura es tanto un foro para negociar y renegociar los
significados y explicar la acción, como un conjunto de reglas
o especificaciones para la acción. (...) Es este aspecto de foro
de la cultura lo que da a sus participantes una función en la
constante elaboración y reelaboración de esa cultura; una función
activa"
(Bruner, 1988, p. 128)
Las acciones concretas de cada ser humano, enmarcadas en la cultura,
tienen lugar en un contexto concreto. Michael Cole (Cole,
1999), ha dedicado atención a enriquecer y clarificar este concepto,
haciéndolo ir más allá de su significado más habitual, el de contexto
como `entorno´, como `lo que rodea´ (aunque incluyéndolo en su
propia definición). Habla de el contexto como `aquello que entrelaza´;
recuerda la raíz latina del término, contextere, que significa
`entrelazar´ y se muestra de acuerdo con la definición del Oxford
English Dictionary: contexto como `el todo conectado que da coherencia
a sus partes´:
"Cuando se piensa en el contexto
de esta manera, no se puede reducir a aquello que rodea. El contexto
es, por el contrario, una relación cualitativa entre un mínimo
de dos entidades analíticas (los hilos), que son dos momentos
en un único proceso. Los límites entre `la tarea y su contexto´
no son claros y estáticos, sino ambiguos y dinámicos. Por regla
general, lo que se toma como objeto y lo que se toma como aquello-que-rodea-al-objeto
se constituyen por el acto mismo de nombrarlos"
(Cole, 1999, p. 129)
De esta manera, "un `acto en su contexto´
entendido en términos de la metáfora del entrelazamiento requiere
una interpretación relacional de la mente; los objetos y los contextos
se presentan juntos como parte de un único proceso bio-socio-cultural
de desarrollo." (Cole, 1999, p. 129). Recoge, en apoyo
de esta interpretación, el sugerente ejemplo de Bateson sobre
el bastón del ciego caminando con su bastón: ¿su organismo termina
donde empieza o donde termina el bastón?, pero cuando se sienta,
`el contexto cambia´ y también cambia la relación del bastón con
la mente. Bateson "habla de que la mente se constituye por la actividad
humana, que implica ciclos de transformaciones entre `dentro´
`fuera´" (Cole, 1999, pp. 129-130).
Pilar Lacasa, partiendo de esta concepción, la completa recurriendo
a Siegel y Cohen, quienes afirman: "Son justamente estas
cosas esenciales -actores, metas y recuerdos- lo que distingue
`los contextos´ de los `entornos´" (Siegel y Cohen, citado
en Lacasa, 1994, p. 293).; por ejemplo, una casa no es un hogar
porque un hogar connota actores humanos que mantienen relaciones
con otros. Pero aún hay más; dado que existen actores, para Pilar
Lacasa y Adriana Silvestri,
"los contextos no han de entenderse
como algo definitivamente dado, sino que se constituyen dinámicamente,
mutuamente con la actividad de los participantes. Un contexto
se delimita por lo que la gente hace, dónde y cuándo lo hace y,
en este sentido, las personas que interactúan llegan a constituir
el contexto para los demás"
(Lacasa y Silvestri, 2001, pp. 340-341)
Y ese contexto no puede separarse de la cultura, por tres motivos:
"1) porque no puede separarse
de una dimensión temporal, histórica en la realidad humana, que
lo configura; 2) porque en él están presentes instrumentos materiales
y simbólicos que permiten a los individuos adaptarse a la realidad
y proyectarse al futuro; 3) porque es un entorno social"
(Lacasa y Silvestri, 2001, p. 341)
En términos generales, la psicología histórico-cultural otorga
una nueva `posición´ a la educación (en sentido amplio, no escolar),
puesto que la educación "se constituye en un hecho consustancial
al propio desarrollo humano, en el proceso central de la evolución
histórico-cultural del hombre y del desarrollo individual de la
cría humana" (Álvarez. y Del Río, 1990a, p. 94). Hemos ido
haciendo también alguna referencia ya a la implicación educativa
de la `teoría de la actividad´, a la importancia de tener en cuenta
los diferentes modelos culturales..., pero recogeremos ahora algunas
aportaciones que diferentes autoras y autores de este enfoque
han realizado sobre la educación intencional.
Señalemos que, para Vygotski, el aprendizaje no debe seguir a
los niveles evolutivos que se han alcanzado, sino que, por el
contrario "el `buen aprendizaje´ es sólo aquel que precede
al desarrollo" (Vygotski, 1989, o.1930-34, p. 139). Pero
no se trata sólo de antes o después; pues el aprendizaje no superficial
tiene que ver con el `sentido´, que "incorpora el
significado de la representación y el significado de la actividad
conjuntamente (...). Es pues preciso recuperar la conexión de
la mente con el mundo si queremos recuperar el sentido y no sólo
el significado de conceptos, en educación." (Álvarez. y Del
Río, 1990a, p. 101). Dicho de otra manera:
"cuando un psicólogo de la
educación o un educador piensan en la enseñanza, lo hacen
en términos de representación, pero cuando un niño realiza
un aprendizaje, éste se sitúa para él en el terreno de
las acciones. Poner de acuerdo las acciones de niño que
aprende y las representaciones del maestro que enseña es para
nosotros el objetivo central de la educación y éste no se conseguirá
sino construyendo un puente de sentido entre ambos niveles"
(Álvarez. y Del Río, 1990a, p. 119)
Por tanto, la escuela, según Amelia Álvarez y Pablo del Río,
debe ser replanteada profundamente:
"La escuela (...) debería
formar parte de los demás sistemas de actividad de la cultura
a la que sirve y en los que se dan otros instrumentos de mediación
previos y/o complementarios a los de la escuela [fue así en buena
medida en culturas históricas: azteca, china, griega, latina...]
(...). En el mundo industrializado, la escuela se ha ido desligando
cada vez más de los sistemas de actividad comunitarios en los
que se construye la mente del niño y, lo que en principio podría
contemplarse como una cualidad de la educación llamada formal,
-la descontextualización instrumental de los aprendizajes que
favorece la formación de conceptos (Cole y D´Andrade)-, ha ido
acompañada de una no tan conveniente descontextualización social
cuya magnitud y consecuencias estamos tardando demasiado en evaluar
y en atajar desde las disciplinas que se ocupan de la educación
como objeto de estudio".
(Álvarez. y Del Río, 1990b, p. 245)
Pilar Lacasa afirma que la escuela ha de ser vista como un `contexto´
(en el sentido de Cole, Siegel y Cohen,...), puesto que la escuela
es un contexto construido por las personas, es un contexto social
y está inmersa en procesos colectivos de recuerdo (de donde pueden
salir metas comunes). Quizá habría que matizarlo en el sentido
de que la estructura y funcionamiento habitual del sistema escolar
impone grandes restricciones a esta posibilidad, pero esto debería
cambiarse, y optar por llevar a término las implicaciones que
esta noción de contexto implica. La misma autora, con Adriana
Silvestri, dice que una de estas implicaciones lleva a romper
"con una metodología de enseñanza excesivamente centrada
en la manipulación de la realidad a través de símbolos manejados
por individuos, para dejar un lugar mayor al contacto con la realidad
a través de la acción y la inter-acción" (Lacasa y
Silvestri, 2001, p. 341). Así, resulta coherente que Lacasa, Cosano
y Reina afirmen, respecto a la zona de desarrollo próximo, que
desean "ir mucho más allá de la distinción entre experto
y novato, y considerar que aprendices son, en realidad, quienes
participan de esa situación" (Lacasa, Cosano y Reina,
1997, p. 9). Complementariamente, también resaltan que la zona
de desarrollo próximo "no puede agotarse en un relación interpersonal,
sino que ha de interpretarse en relación con el contexto sociocultural
de los participantes y que la noción de ZDP adquiere su verdadero
sentido en una colectividad" (Lacasa, Cosano y Reina, 1997,
pp. 9-10).
Bárbara Rogoff, por su parte ha aportado el concepto de `participación
guiada´ para entender cómo se produce el aprendizaje y el
desarrollo cognitivo en las edades infantiles en diferentes culturas,
pero no le da un sentido individual, aún cuando a veces las relaciones
adulto-criatura se produzcan de tú a tú:
"El concepto de participación
guiada incluye tanto el papel que desempeña el individuo como
el contexto sociocultural. En lugar de intervenir como fuerzas
separadas o que interactúan, los esfuerzos individuales, la interacción
social y el contexto cultural están intrínsecamente enlazados
a través de todo el desarrollo infantil, hasta que los niños llegan
a participar plenamente en la actividad social"
(Rogoff, 1993, p. 43)
Pero, aunque muchos estudios psicológicos se han centrado en
las edades infantiles y/o en las instituciones escolares, algunas
interesantes aportaciones han venido de Silvya Scribner, quien
estudió la inteligencia y aprendizaje adultos en contextos laborales reales,
para superar una concepción de la inteligencia y el aprendizaje
generalmente ligada restrictivamente a lo académico. Ramón Flecha
afirma que,
"Scribner no separa el estudio
de la mente y el comportamiento, sino que analiza la síntesis
de ambos en su interacción con otros sujetos y con el entorno.
En tal interacción se realizan actividades que forman parte de
un sistema de vida social. La gente lucha por llevar a cabo objetivos
que tienen sentido en su comunidad utilizando herramientas, símbolos
y modos de acción que se desarrollan y transmiten culturalmente."
(Flecha, 1994a, p. 50)
De esta manera, llega a definir el `pensamiento práctico´
como una forma de inteligencia que no suele tenerse en cuenta:
el `pensamiento teórico´, que suele ser el único valorado en ciertos
sentidos, se preocupa del porqué y de la solución de problemas
en áreas simbólicas, el `pensamiento práctico´ sería “aquel modo
de pensar que se desarrolla en actividades globales con la finalidad
de llevar a cabo tales actividades sin que se diferencie el trabajo
intelectual del manual” (Scribner, en Flecha, 1994a, p. 50).
Finalmente, en este aparado hemos de hacer referencia al carácter
dialéctico de la apropiación de las herramientas culturales
por parte de los aprendices, pues éstos, a la vez que aprenden
a utilizarlas (se las apropian), pueden modificarlas o usarlas
de nuevas maneras. Bruner, afirmando él mismo que se proponer
superar (sin rechazarlo estrictamente) el concepto de `aprendizaje
por descubrimiento´ que antes había defendido, dentro de un enfoque
negociador de la educación:
"No se trata sólo de que el
niño deba apropiarse del conocimiento, sino que debe apropiarse
de él en una comunidad formada por aquellos que comparten su sentido
de pertenencia a una cultura. Es esto lo que me hace subrayar
no sólo el descubrimiento y la invención sino la importancia del
negociar y el compartir, en síntesis, de la creación conjunta
de la cultura como objeto de la enseñanza y como paso adecuado
para llegar a ser un miembro de la sociedad adulta en la cual
pasamos nuestra vida"
(Bruner, 1988, p. 132)
Por su parte, Lacasa, Cosano y Reina se basan en Cole (quien
afirma que la cultura y el conocimiento se generan mutuamente
en la ZDP), y en Serpell, para expresar esta relación mutua entre
la cultura existente y la intervención activa de las personas
participantes al señalar las relaciones mutas entre conocimiento
y cultura:
"La cultura crea el conocimiento
en la zona del desarrollo próximo estructurando las prácticas
en las que los adultos comprometen a los niños para favorecer
su desarrollo. El conocimiento crea cultura organizando
la interacción social entre el niño y los mayores, ya que juntos
generan nuevas prácticas o ideas que serán aceptadas en el grupo
social"
(Lacasa, Cosano y Reina, 1997, p. 10)
Amelia Álvarez critica la tendencia a creer que toda instrucción
se sitúa en la ZDP [zona de desarrollo próximo] del alumno, cuando
la habitual es que se dé "una transmisión unidireccional
de destrezas o conocimientos descontextualizados que por su propia
naturaleza y por el formato instruccional que se emplea en la
situación de aula no puede en absoluto considerase como objeto
de enseñanza en la ZDP" (Álvarez, 1990, p. 48), puesto que
para ello sería necesario un pacto, una negociación de la situación,
entre persona experta y aprendiz. En este sentido, parece clara
y relevante la propuesta de Luis C. Moll, cuando afirma que "desde
un enfoque vygotskiano, el papel fundamental de la escuela es
crear contextos sociales para el dominio y la percepción consciente
del uso de estos instrumentos culturales" (Moll, 1990, p.
250). Expresa también que Vygotski no especificó prácticamente
nada sobre las formas de ayuda social al aprendiz en la zona de
desarrollo próximo, pero que ha de hacerse hincapié en el `hacer
consciente´ para que el aprendizaje-desarrollo se produzca,
no en la transmisión de destrezas concretas, como a veces se tienen
a entender la educación en la zona de desarrollo próximo:
"El énfasis ya no se sitúa
en por tanto en transmitir conocimientos o destrezas mediante
procedimientos pre-fabricados, con la esperanza de que esas destrezas
se interiorizarán tal cual se han transmitido. El énfasis se desplaza
ahora a la interacción entre el uso de instrumentos y el significado
(...). Esta perspectiva es consistente con lo que Vygotski sentía
como el principal rasgo de la instrucción escolar: la introducción
de la percepción consciente en muchos campos de actividad; esto
es, la adquisición por parte del niño del control y el dominio
de los procesos psicológicos a través de la manipulación de instrumentos
de pensamiento como la lectura y la escritura. Como dice Bruner,
es este `préstamo de conciencia´ lo que lleva al niño a través
de la zona de desarrollo próximo."
(Moll, 1990, p. 251)
De esta manera, las aplicaciones de la zona de desarrollo próximo
en el aula, en lugar de centrarse en la transferencia de destrezas
del adulto al alumnado, "deberían llevarnos a explorar cómo
crear circunstancias pedagógicas en que los niños apliquen conscientemente
lo que están aprendiendo para abordar actividades nuevas y más
avanzadas" (Moll, 1990, p. 253). Y aquí introduce una importante
idea: la defensa del carácter colectivo de la zona de desarrollo
próximo en los ámbitos de aprendizaje: "la preocupación
no estriba únicamente en crear zonas individuales de desarrollo
próximo, sino zonas colectivas, interrelacionadas, como parte
de un sistema de enseñanza" (Moll, 1990, pp. 253-254).
Luic C. Moll y James B. Greenberg (Moll y Greenberg, 1990) nos
aportan también, a través de su explicación teórica y experiencial,
interesantes reflexiones sobre la necesidad de tener en cuenta
el contexto cultural para intervenir educativamente, la idea de los `fondos de conocimiento comunitarios´
y cómo aprovecharlos en el aprendizaje escolar, la realización
de actividades contextualizadas, etc.
Amelia Álvarez también ha recogido en un artículo la experiencia
de `diseño cultural´ que desarrolló para el aprendizaje
de lengua extranjera. De la extensa fundamentación, recogemos
algunas ideas de validez general. Una de ellas, que nos parece
trascendental, es que no mejoramos el aprendizaje por aumentar
directamente la cantidad de saberes ofrecidos, sino que es necesario,
junto a ese aumento, enriquecer las actividades en las que
se usan los conocimientos:
"no trataremos por tanto de
enseñar lo que la humanidad sabe, sino lo que el niño pueda usar
con sentido (...). La Lengua Extranjera [en este caso] debe referirse
a las actividades que hago y voy a hacer con ella. Si el repertorio
de usos es pobre no podemos contrapesarlo con un repertorio más
rico de `saberes´ de Lengua Extranjera, sino que habrá que enriquecer
primero el repertorio de actividades y sólo correlativamente a
eso, el de Lengua Extranjera. Eso es diseño cultural."
(Álvarez, 1990, p. 53)
Señala como uno de los principios de investigación y diseño cultural
el siguiente: "Deben integrarse en un mismo sistema socio-constructivo
las características de la educación informal (contextualizada)
y la formal (descontextualizada)" (Álvarez, 1990, p. 59).
Pero, en nuestra cultura el sistema de actividad no existe o no
se ve, por lo que "lo más cercano a una aproximación molar
al diseño cultural se encuentra en el nivel de los que podríamos
denominar `subsistemas de actividad´. Un subsistema implica
una serie de actividades integradas en un aspecto funcional relevante
para el sistema" (Álvarez, 1990, p. 54). Cada subsistema
debe integrar contextos, conocimientos y motivos, para que pueda
darse el aprendizaje, planteando cinco como posibles en un centro
escolar urbano (y aún con limitaciones): actividades domésticas,
deporte, juego, actividades de estudio, actividades de identidad
y comunicación.
Gordon Wells, por su lado, y en un plano más general, titula
significativamente una de sus obras Indagación dialógica (Wells,
2001), basándose principalmente en Vygotski y Halliday
(lingüista). En ella defiende que "la educación se debe llevar
a cabo en forma de diálogo sobre cuestiones que tengan interés
para los participantes" (Wells, 2001, p. 11): entre otras
razones, es así como se producen aprendizajes no formales tan
importantes como los del habla. Desde el enfoque sociocultural
se propone
"una conceptualización dialógica
del aprendizaje-enseñanza donde el conocimiento es coconstruido
conjuntamente por el enseñante y los estudiantes mientras realizan
actividades conjuntas que se negocian en lugar de ser impuestas.
Según esta concepción, el principal objetivo de la educación es
mejorar la comprensión de todos los interesados mediante
la apropiación y el aprovechamiento de los recursos de la cultura
como instrumentos para participar en indagaciones que tienen una
importancia al mismo tiempo individual y social y que tienen repercusiones
para la acción más allá del aula (Engeström) (...)
[Así] el individuo se transforma en función de su comprensión
y su potencial para la acción y, al aplicar estos recursos, también
transforma la situación a la que los aplica".
(Wells, 2001, p. 234)
Finalmente, Wells afirma que, después de Vygotski, la misma noción
de zona de desarrollo próximo se ha ampliado (`comunidades colaborativas
de práctica´, no sólo `aprendiz-experto´), o que el concepto de
desarrollo ha variado: como ya
no hay un objetivo ideal y prederminado que guíe al enseñante,
éste "además de poner a disposición de los estudiantes el
legado del pasado, el enseñante también debe apoyarles y guiarles
cuando crean sus propias versiones alternativas del futuro"
(Wells, 2001, p. 334). Quizá sería necesario recordar que es posible
una perspectiva dialógica y a la vez crítica (uno de los polos,
al menos, ofrece una versión crítica que no se impone, sino que
se debate dialógicamente), y que quizá Wells muestra una tendencia
más escolar y menos social que otras, pero no podemos dejar de
recoger, en una larga pero jugosa cita, cómo Wells sintetiza las
características de la concepción ampliada de la zona de desarrollo
próximo que propone, hilvanando con ellas las implicaciones
educativas:
"1. La zdp [zona de desarrollo
próximo] se puede aplicar a cualquier situación en la que, mientras
participan en una actividad, los individuos se encuentran en
el proceso de desarrollar el dominio de una práctica o de comprender
un tema.
2. La zdp no es un atributo de un individuo independiente del
contexto, se construye en la interacción entre los participantes
en el curso de su participación conjunta en una actividad particular.
3. Enseñar en la zdp es ser responsivo a los objetivos actuales
y la etapa de desarrollo del estudiante y proporcionar la guía
y la ayuda que le permitan lograr esos objetivos y, al mismo
tiempo, aumentar su potencial para la participación futura.
4. Aprender en la zdp no requiere que haya un enseñante designado;
cuando varias personas colaboran en una actividad, cada una de
ellas puede ayudar a las otras y cada una de ellas puede aprender
de las aportaciones de las otras.
5. Algunas actividades tienen como uno de sus resultados la producción
de un artefacto que se puede emplear como un instrumento en una
actividad posterior. Las representaciones -como, por ejemplo,
en el arte y el teatro o en el texto hablado o escrito- de lo
que se ha hecho o comprendido son artefactos de este tipo; trabajar
con ellos puede ofrecer una ocasión para aprender en la zdp.
6. Aprender en la zdp implica todos los aspectos del estudiante
y conduce al desarrollo de la identidad así como de aptitudes
y de conocimiento. Por esta razón, la calidad afectiva dula interacción
entre los participantes es crítica. El aprendizaje tendrá el
mayor éxito cuando esté mediado por una interacción que exprese
respeto mutuo, confianza e interés.
7. Aprender en la zdp supone múltiples transformaciones: del potencial
de los participantes para la acción futura y de las estructuras
cognitivas en función de las cuales ésta se organiza, de los instrumentos
y las prácticas que median en la actividad y del mundo social
en el que esa actividad tiene lugar.
8. El desarrollo no tiene ningún telos u objetivo final
predeterminado; aunque está caracterizado por una complejidad
de organización cada vez mayor, ello no constituye un progreso
en sí mismo. Lo que se considere progreso dependerá de los valores
dominantes en unas épocas y unos lugares particulares, valores
que constantemente cambian y son refutados. En consecuencia,
la zdp es un lugar de conflicto y contradicción además de un lugar
de unanimidad; las transformaciones que engendra conducen a una
diversidad de resultados que pueden cambiar radicalmente las
prácticas y los valores existentes además de reproducirlos."
(Wells, 2001, pp. 334-335)
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